Alex Oliva

Que nuestros esfuerzos en conjunto normalicen nuestra presencia, porque la vida así es: diversa

Foto: iEve González | Styling: Valeria Nava | Make Up Nicole Saldaña | Producción: Roger SH

Soy Alejandro Oliva y soy actor. Me describiría resiliente, soñador, trabajador, leal. Cero conformista. 

Dixpa – ¿En qué momento de tu vida llega Madre de alquiler?

Alejandro Oliva – Me llegó en un momento donde yo había tomado una pausa consciente o inconsciente en mi carrera debido a la pandemia y la muerte de mi papá, quien murió de COVID. Ese evento me pegó mucho y me desconecté de mí mismo, de mis ambiciones y mis proyectos durante un rato, pero al tiempo decidí reactivarme profesionalmente y reactivar mi amor propio. Así que empecé a hacer castings otra vez, empecé a buscar y me llegó una oportunidad con Netflix en la telenovela Donde hubo fuego: fue una participación muy especial para mí gracias a lo que viví durante el tiempo de grabación, y ya fuera por mi trabajo, o quizá porque me haya hecho un favor mi papá o el cosmos o alguna fuerza mayor, Netflix me volvió a escribir.

Me dijeron que les interesaba para otro proyecto al que le estaban apostando mucho y querían que hiciera al personaje de Elvin: me mandaron la descripción del papel, la sinopsis de la serie y me encantó. Amé que Netflix quisiera exponer una historia así a nivel global. Entonces, bueno, así fue como llegó a mí este proyecto: fue un poco inesperado, pero resultó muy gratificante y me reafirmó que iba por el camino correcto, casi diciéndome que reactivarme era lo que tenía que hacer después de todo.

D – En este sentido, ¿qué aprendiste de Elvin?

AO – Aprendí mucho a nivel profesional y personal. Fue como darme cuenta de que Elvin necesitaba ser un personaje dual, que siempre estuviera para los demás, fueran seres queridos o personas que lo necesitaran y, también, fuera alguien con una faceta íntima muy suave y tierna. Fue increíble hallar el balance entre ese temple y esa entrega total hacia las necesidades de otros que, al mismo tiempo, contenía un amor inmenso hacia su grupo y su entorno. También significó mucho esta producción porque, cuando yo estaba grabando Madre de alquiler, coincidió con las fechas donde me notificaron que mi mamá tenía un cáncer muy agresivo y los doctores le dieron muy pocas probabilidades de sobrevivir.

Viví los dos polos al mismo tiempo: uno profundamente doloroso, pero otro donde estaba viviendo un sueño profesional y personal. Estaba frente a mí algo superemocionante, por lo que yo había rezado y pedido, pero del otro lado vivía esta noticia médica sobre alguien a quien amo. Era un choque de dos mundos, en serio, donde me pregunté muchas veces si sería posible acaso que ninguno de los se derrumbara. ¿Cómo podría estar para mi mamá? ¿Cómo estaría para mí? ¿Cómo mantener niveles psicológicos y emocionales resistentes? ¿Cómo sacaría adelante este proyecto que tenía o cómo sacarle lo mejor posible para que me generara los mayores frutos posibles? Fue una temporada donde llegaba al set y, después de haber llorado de dolor, ponía una pausa a lo que sentía Alejandro para entrar en Elvin y así sacar las escenas a flote. Sería la primera vez que tuve que hacer algo así en el trabajo y fue muy duro: hubo días donde grababa y lo primero que hacía al volver a casa era llorar, pero lo sacaba y seguía. Se sintió como si, en cada momento, le daba a mi cuerpo lo que necesitaba para darle a lo siguiente y así me iba.

La representación en nuestro país tiende mucho más a lo estereotípico y no a profundizar sobre las realidades de la comunidad

D – Lamento mucho que este fuera el proceso que viviste durante las grabaciones, pero una de las cosas que más me sorprende es cómo eso alcanza a reflejarse en la fortaleza de Elvin y cómo administra sus emociones para prestarse a los demás, casi que en cuerpo y alma. Hablando sobre papeles donde los personajes se definen, muchas veces, a través de características recurrentes o super específicas, como el sufrimiento o la entrega, ¿cómo sientes la representación actual de personajes pertenecientes a la comunidad LGBT+? ¿Qué sientes que vale la pena comenzar a reflexionar y expandir, o de qué más nos hace falta hablar?

AO – A mí me pasa algo como miembro de la comunidad: de pronto, cuando entramos en estas conversaciones, nos dicen “la representación es mucho mayor y más positiva. Está Neil Patrick Harris, Billy Porter, etc.” y sí, hay muchas estrellas internacionales, pero siempre hablan a nivel Hollywood. Yo creo que, como mexicano, la representación en nuestro país tiende mucho más a lo estereotípico y no a profundizar sobre las realidades de la comunidad. De ahí que los homofóbicos o las personas prejuiciosas vean estos papeles y digan “es que así son: ese es el problema”. Me gustaría que hubiera más diversidad de miradas, perspectivas y propuestas LGBT+ sin que sea necesariamente un tema. Eso me gusta mucho de Elvin: que es un personaje gay dentro de una historia más grande y compleja y que no busca definirlo a partir de sus preferencias. Si es gay, eso no se traduce en que le estén poniendo como “un toque”, sino al contrario. Está escrito para ser de las partes más comunes en el guion. Me gusta que su representación proponga algo normalizado, donde no importa con quién comparte la cama ni nada morboso del estilo. Él ama a sus amigos, ellos lo aman de regreso, está ayudando y a él le ayudan: eso es todo lo que importa. Y vendrán momentos donde cosas así importen o sumen a la trama o sean disparadores específicos o hasta necesarios, pero la gasolina del personaje yace en otros lugares.

D – A partir de las conversaciones sobre los privilegios, se ha puesto foco sobre la G, particularmente cuando la encarnan hombres cis hegemónicos que replican violencias hacia el interior de la comunidad LGBT+. Como integrante del colectivo, ¿qué opinión o experiencias tienes al respecto?

AO – Es algo en lo que pienso mucho: tengo alumnos en una preparatoria donde hay bastante diversidad. Creo que, tristemente, los que tienen, acumulan y presumen su poder, sea cual sea, lo obtienen por jugar de acuerdo con la heteronorma más dura. Aun así, siento que vamos rompiendo con eso de un par de años para acá, aunque ha sido un proceso demasiado lento. Igual, gracias al poco o mucho avance ya vamos encontrando nuevas representaciones en televisión o en cine, pero tampoco es que, como dicen algunas personas, estemos en todo de golpe y seamos a los únicos que les ponen los reflectores.

Primero, claro, las personas disidentes, pero blancas y más que menos hegemónicas, lograron entrar a las producciones más grandes para hacerse de renombre, de trayectoria, contactos y demás. Pero para mí, el ideal sería un mundo donde otras personas, como mis sobrinos, por ejemplo, que son morenos, puedan verse representados de forma positiva o que un niño con pluma pueda verse representado de esa misma forma. Ahí nace una gran parte de los motivos por los que soy actor: para que alguien de pronto vea mi trabajo y se vea en la pantalla. Ahora, la cosa también está en que nos quieren dar poco a poco el espacio a quienes somos de la comunidad LGBT+ y es necesario que luchemos como colectivo para que eso se acelere: que encendamos la tele y encontremos toda la diversidad y todos los colores sin que se vuelva obvio que nos pusieron para cumplir con una cuota ni nos quede ninguna duda de por qué, cómo o si era necesaria nuestra participación. Que nuestros esfuerzos en conjunto normalicen nuestra presencia, porque la vida así es: diversa.

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D – Sobre este ímpetu, antes me pasaba mucho con los temas relacionados con la comunidad LGBT+ que decía “tengo esta oportunidad de educar a alguien”, “tengo esta oportunidad de responderle con verdades a esta persona homofóbica”, “está la oportunidad de ganarme un aliado”, pero hoy pienso que no es nuestro trabajo ni vale la pena engancharme cada una de las veces. Trato de elegir mis batallas y entiendo que nuestra única labor en esta vida, de ser posible, es buscar la felicidad. Desde lo personal, ¿qué le dirías hoy al pequeño Alex que estaba en un internado del Estado de México, peleando por el respeto de su identidad?

AO – Defiéndete y no te rindas. Defiende tu corazón. Defiende lo que tú crees y lo que tú quieres ser porque vas a llegar ahí y te va a llegar a las manos y te juro por la vida que vale la pena seguir luchando y seguir creyendo. Seguir valdrá la pena y serás feliz. Eso es lo que me hubiera gustado que me dijeran a mí: que mis esfuerzos, mi lucha, mi defensa de mí mismo y quién soy, al final, valdría la pena. Que esa capacidad para ser sin achicarme me iba a permitir que descubriera el amor que tanto busqué y quise.

 

D – ¿Algo con lo que quisieras cerrar?

Sigamos creciendo como individuos y con nuestras comunidades, porque solos podemos, pero acompañados en los procesos, en las adversidades y en la vida, todo es mucho más bonito.