LUZ ALDÁN

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La comedia no solo es revolucionaria: es necesaria

Dixpa – ¿Cuál es la parte más difícil de ser actriz? 

Luz Aldán – Para mí, lo más difícil es la parte más fría: los castings. Es tener que estar a prueba, que me escojan entre muchas personas, además de tener que hacerlo lo suficientemente bien. Desde el nacimiento se está a prueba: te sientes a prueba con tus papás, con tus maestros, con tus amigos, como que todo el tiempo estás pasando pruebas. Pero, en este caso de los castings, es muy frontal la prueba: por eso hacerlos me parece una de las partes más difíciles de nuestra profesión. La otra parte fría es la negociación: qué tanto vale tu trabajo, cómo adaptarte al presupuesto, a las fechas, los horarios, a los calendarios.

Siento que esos son los momentos más desoladores del proceso, pero en términos un poco más cálidos o más alrededor del ejercicio actoral, puedo decirte que tampoco es nada sencillo olvidarte de ti para entrar en vidas ajenas o para dejar que “alguien más” lo haga. A veces, incluso, necesitas desprenderte un poco hasta de tus ideas: podrías tener convicciones muy fijas o muy fuertes y lo que tú quieras, pero si tu personaje está diseñado de una manera muy opuesta a ti, tú tienes que ceder.

Por ejemplo, si a mí me tocara en algún momento ser una asesina serial, pues yo tendría que defender las convicciones de ese personaje hasta el final de mi representación, así sean opuestas a lo que yo pregone en mi vida privada, a la educación que recibí o a lo que sea. A veces, el actor tiende a juzgar a su personaje y, en el momento donde enjuicias, pierdes las facultades para la creación y para que aparezca la magia de entrar en cualquier personaje por completo.

Dixpa – ¿Cuáles son los retos que tú has encontrado al hacer comedia en México?

Luz Aldán – Híjole, un montón. De entrada, ser mujer y comediante en este país es complejo: el simple hecho de nombrarlo me lleva a experiencias y recuerdos difíciles. Hubo grandes figuras que abrieron el camino y nosotras, gracias a ellas, hemos buscado la manera de adaptarnos y también generar cambios para las generaciones futuras, ¿sabes? Por ejemplo: al pensar en una mujer comediante, la gente bien fácilmente llega al cliché de la borracha, la conflictiva o la que hace bronca de todo. Tiende más hacia el chiste burdo, el chiste vulgar o a burlarse de nosotras por una cantidad de cosas como ser hormonales o porque tenemos condiciones de vida superespecíficas: no se considera a la mujer como una figura con capacidad para la comedia, sino como una figura de la cual burlarse. Entonces, abrir el panorama y crear e impulsar a mujeres creativas y genuinamente cómicas ha costado mucho trabajo.

Dicho eso, creo que Backdoor ha sido un gran parteaguas porque ahí hemos interpretado roles que, originalmente, habían sido escritos para hombres.  Y es que la comedia, durante mucho, mucho tiempo, fue sólo un mundo en donde ellos tenían voz. Pasaba, en general, en la industria del entretenimiento porque nunca faltan buenos escritores, buenos comediantes, buenos actores o buenos directores: hombres y hombres y más hombres, al punto que las mujeres se volvieron minoría y objetivo de críticas porque, según, éramos menos buenas haciendo el trabajo. La realidad es otra, porque si sólo nos catalogan de trágicas o melodramáticas y sólo nos dan personajes encasillados en esos clichés y sólo nos ponen a llorar, a hacer una bronca o a existir para amar o que nos amen, está difícil romper los estereotipos y encontrar un lugar como una actriz creativa y cómica.

A veces, el actor tiende a juzgar a su personaje y, en el momento donde enjuicias, pierdes las facultades para la creación y para que aparezca la magia de entrar en cualquier personaje por completo.

Dixpa – ¿Cómo crees que han evolucionado los personajes femeninos dentro de los proyectos humorísticos en los últimos años?

Luz Aldán – Antes la mujer era como un elemento satelital y el hombre era el planeta: las mujeres hacíamos comedia alrededor del que llevaba la comedia principal, solamente rebotándoles los chistes. Ahora ya se toma a la mujer como un elemento planetario más que un elemento satelital de la comedia: se ha dado una evolución y para mí fue muy claro eso gracias a Backdoor, porque el programa y el equipo buscó activamente hacer un cambio. Por ejemplo, retomando sketches que venían de Brasil, donde había cuatro personajes masculinos, pues aquí los transformamos, por lo menos, en dos y dos o metíamos mujeres donde pareciera no ser necesario para subvertir un poco los roles.

Esa subversión también es buena para nosotras como comediantes, porque así salimos de esos clichés que nos cuelgan a las mujeres en otras producciones. De esta manera, ya aparecemos más como la doctora o la deportista y nos empiezan a compartir un poco más de esos roles que estaban muy dados a los hombres, constituyéndolos como figuras de poder. Si en la versión original de un sketch tienes a un jefe y un empleado, ¿qué tal que si eso lo conviertes en una jefa y un empleado? ¿O qué tal que es una jefa y una empleada? Meter esas diferencias a cualquier sketch que no necesita ser interpretado por un hombre, como en el sketch de Gabriela Morales, donde yo salgo de levantadora de pesas, me parece que funciona muy bien: en la versión original de este que te comento, los tres deportistas son hombres y sólo la reportera es mujer. Pero en nuestra versión, mi personaje rompe con eso y esa decisión marcó la diferencia. No hay que tenerle miedo a los cambios.

Antes la mujer era como un elemento satelital y el hombre era el planeta. Ahora ya se toma a la mujer como un elemento planetario más que un elemento satelital de la comedia.

Dixpa – ¿Cómo haces frente a los machismos contra la comedia creada por mujeres?

Luz Aldán – Pues, mira, la verdad es que el machismo es algo que es un hueso muy duro de roer. Un ejemplo lo tenemos con el humor negro, que es complicado porque hay una línea muy delgada entre irte a lo burdo o quedarte cortito. Es muy delicado y yo siempre procuro que, desde mi trinchera, la comedia sea una que critique al machismo y a las figuras de poder opresoras. A veces, uno llega hasta donde puede porque es imposible llegar más allá, pero siento que la mejor manera de aminorar las ideologías machistas es dándoles su merecido mediante la comedia.

Yo creo que estoy en un muy buen lugar como actriz porque las risas permiten que todo entre más suavecito, al tiempo que ni te das cuenta de en qué momento ya te cachetearon. Tú te puedes estar riendo de un chiste: uno que hable de ti como persona por apoyar al machismo, por ejemplo, y quizá no te des cuenta de que ese chiste es para ti, hasta que, de pronto, lo entiendes. Si eres alguien con inteligencia emocional, bueno, recibes con humor el golpe, pero si no, lo puedes recibir de la manera más violenta que imagines.

La comedia tiende a ser transgresora y hacer comedia, primero, siendo mujer, y segundo, en este país donde el machismo predomina, es revolucionario. Además, saber que existen mujeres escribiendo y creando otro tipo de chistes o rutinas en un país que no ve esos esfuerzos con buenos ojos, lo vuelve todavía más inspirador. A mí el arma que más me ha funcionado es la comedia y el humor negro, que yo siempre pienso como un platillo gourmet: no a todo el mundo le sale y no a todo el mundo le gusta.

Dixpa – ¿Crees que podríamos considerar a la comedia como una herramienta para la transformación social? 

Luz Aldán – Totalmente. Lo ha sido desde tiempos inmemorables. La comedia, además de ser una fuga, un grito, una crítica social y política, ha sido una plataforma de transformación: a algunos sectores les ha ayudado a relajar su situación y a otros les ha ayudado a cuestionarse y a poner en perspectiva muchas facetas de su realidad. El arte para eso funciona y la comedia no solo es revolucionaria: es necesaria. La gente la necesita y no existe un solo país ni un solo rincón en el mundo donde la gente no se ría.

Dixpa – En el pasado, los públicos estaban bastante acostumbrados a reírse a través de chistes que incluían machismos, discursos de odio, etc. Hoy en día, eso ha venido cambiando. ¿Consideras que las plataformas de streaming han tenido algo que ver en la forma como se hace comedia actualmente?

Luz Aldán – Sí, estas plataformas, además de su importancia para la industria, también fueron un parteaguas en la manera de consumir comedia. Hay una comediante española llamada Dalia Castela, que dice que hay que reeducar a la gente en todo lo relacionado con la comedia: en especial porque las personas están acostumbradas a consumir un cierto tipo de humor. Entonces, cuando tú les facilitas los medios para acercarse a voces e ideas de otros países y otras perspectivas con otras maneras de hacer reír, la reacción general se acerca más al interés genuino, que crece, y va menos a que los públicos decidan quedarse donde siempre.

¿Y dónde es donde siempre? A lo que en años pasados existía: las burlas y la comedia torpe a costa de alguien más. Burlas del chaparro, de la mujer, del gay, del moreno. Siempre hacia las minorías. Ahora, por otro lado, tenemos un panorama donde se empieza a ver comedia de Inglaterra, Estados Unidos, de España o Argentina. Lo que pasa aquí en México y detiene nuestro avance en el medio es un poco o un mucho la flojera de crear cosas nuevas. Es como si las cabezas en la industria dijeran “ya tenemos la fórmula: a la gente le da risa que nos burlemos del gay o metamos diez chistes de pastelazo seguidos. Pues ya, usémoslo. Ni para qué inventamos ni intentamos algo más”. Pero ese es el tema: claro que puedes hacer comedia más inteligente, solo que requiere más cerebro para desarrollarse y requiere que le pongas más tiempo, que leas más, que consumas propuestas de otros países y te documentes.

Hacer comedia inteligente y de mejor calidad, logrando cosas increíbles en el público, es posible. Solo hay que darle la vuelta a lo que ya existe. Frente a la cantidad inmensa de contenidos en las plataformas, los consumidores, sobre todo entre las nuevas generaciones con chavitos entre los 13 y 15 años, ya no se ríen de cualquier cosa. Exigen otro tipo de contenidos y, cómo no, exigen respeto. Quienes están en sus veintitantos o sus treinta y pocos han abierto la brecha que comenzaron quienes vinieron antes y crearon, además, nuevos puentes al tiempo de ir quemando algunos otros ya inservibles. También, de manera más bien desafortunada, de pronto por este mismo ejercicio de dos caras, es fácil vivir en los extremos, como pasa con toda la cultura de la cancelación. Obviamente, a nosotros los comediantes nos golpea más duro porque te cuestionas ¿qué puedo decir? ¿Qué no puedo decir? ¿Hasta dónde lo puedo hacer? ¿Hasta dónde puedes estirar la liga con este chiste? ¿Hasta dónde no? ¿Qué va a ser pasajero? ¿Qué podría perseguirme o volverse parte esencial de mi historia? ¿Qué noticia está muy fresca y sobre la cual no es momento de hacer chistes? ¿Cuánto tiempo ya pasó desde tal o cual noticia para hacer un chiste? Yo te podría decir que estoy a favor y estoy en contra de la cultura de la cancelación: a favor, porque fuerza a volverse más responsable de qué decimos frente los micrófonos y sí o sí nos pide hallar un punto medio entre viejas y nuevas costumbres discursivas. Por otro lado, pues sí siento que hay unos puntos en donde cancelar es insostenible: también como espectador necesitas abrir tu panorama y darte cuenta de que esta o aquella comedia no es una burla, pero ya cuando tienes que explicar un chiste para evitar que la gente se ofenda, ahí ambas partes casi que son las mismas. Creo que, sobre todo, estoy en contra de volver toda la comedia que no nos guste en una ofensa directa o algo personal.

Dixpa – ¿Cuáles han sido tus descubrimientos respecto al tipo de humor que le gusta a tu público?

Luz Aldán – Yo siempre he tenido un humor muy ácido y muy negro, la verdad. A veces, incluso, demasiado. Puede ser muy políticamente incorrecto, pero cuando entré a Backdoor encontré un poco más a la audiencia que siempre busqué y, pienso, esa audiencia me encontró a mí. Es un ambiente donde sí tienes que poner toda la carne en el asador, porque si no, si tienes miedo, si dudas, si te conflictúas o algo no te cuadra o te ofende en lo personal, la gente va a darse cuenta. En esos casos, es mejor no hacerlo. Nos ha pasado que leemos algún sketch y decimos “híjole, ¿saben qué? No me siento cómoda haciendo este sketch. Si alguien más lo quiere hacer: adelante”. Y si nadie se siente cómodo, no se hace. Existe la apertura para escucharnos, dialogar y hacer lo que se necesite para realizar el sketch de la mejor manera, pero si de todos modos no cuaja, no lo hacemos y se acabó. Al que sigue. Por eso, siento que en Backdoor tenemos la posibilidad de hacer humor negro y hacerlo bien. La buena comedia, que además es inteligente, no está hecha para ofender: está hecha para reflexionar. Si te ofende desde un lugar crudo y rudo, te toca ajustar los mecanismos como creador.

La buena comedia, que además es inteligente, no está hecha para ofender: está hecha para reflexionar.

Dixpa – ¿Te has enfrentado a algún tipo de censura en alguno de tus personajes o proyectos?

Luz Aldán – Sí, sobre todo en Backdoor, que es donde todo mi repertorio y mi propuesta se resumen bastante bien. He pasado por críticas duras de la gente conservadora, como cuando hago los sketches de la Virgen de Guadalupe: ahí, uf, me llueven comentarios de que me van a excomulgar, que soy una hereje, que con la religión no se juega, que me voy a condenar y que ojalá me muera y llegue al infierno… bueno, me ha llovido de todo. La gente no está acostumbrada a consumir este tipo de comedia y no entienden que la crítica no es tanto a la religión, sino a la gente que es superfanática. También hice, alguna vez, un sketch donde Burra y yo salíamos teniendo relaciones sexuales, yo salía en brasier y Burra con la cobija puesta en la cintura. Yo empezaba a gritar “pelón” y mucha gente comentó: “¿cómo esa mujer no se da a respetar? No es posible que esté haciendo eso”, “tengo hijos chicos y están viendo a esta mujer gritando como loca” y perdón, pero este contenido no es para niños. ¿Por qué le ponen este contenido a sus hijos? ¿Por qué permiten que sus hijos lo vean? ¿Por qué las críticas van hacia mí y no hacia su capacidad para criar como se les pegue la gana? Los dos estamos teniendo un acto sexual, donde él está más en el cuadro que yo y está completamente descubierto del pecho, pero aquí la puta, la prostituta y la condenada soy yo. Esas reacciones son de las partes más negativas en cualquier industria.

Dixpa – Ahora me gustaría que nos contaras un poco de tu proyecto Todo el mundo habla de Jamie, en el que actualmente participas. ¿Cuál es la historia de este musical? ¿Cuál es el papel de tu personaje en la historia?

Luz Aldán – Mira: este musical, en verdad, llegó a cambiarme la vida. A veces uno vive el día a día pensando que ya conoce lo suficiente acerca de las comunidades, de las experiencias existentes en la comunidad LGBT+ y sientes que ya estás del otro lado: que sabes comunicarte, expresarte correctamente y la verdad es que no. Cuando yo conocí este musical se me hizo muy interesante notar los años luz de distancia que me separan de del mundo de la Comunidad.

La historia principal es la de Jamie Campbell, quien vivió una historia real: es un chico inglés, abiertamente gay, que vive en un pueblito al norte de Inglaterra y se cuentan todas las dificultades, conflictos y obstáculos a los que se enfrenta para llevar a cabo su sueño de convertirse en drag queen. Mi personaje se llama Ray: es la mejor amiga de la mamá de Jamie y es quien lo impulsa a seguir su sueño, pero también le sirve de ancla para aterrizarlo. La historia, en general, tiene que ver con una cosa muy humana, muy universal, que es el deseo de seguir nuestros sueños, al tiempo que las personas alrededor nos hostigan y provocan conflictos por eso mismo.

Dixpa – ¿Cuál piensas tú que es la importancia de tener historias como la de Jamie presentándose en México?

Luz Aldán – Pues yo creo que nos estábamos tardando. Es una obra sin precedentes: nunca se ha visto algo así en este país. Obviamente, es una obra transgresora y fuerte porque habla abiertamente sobre un menor de edad que se quiere draggear: la sola idea es algo imposible para cualquier persona mínimamente conservadora o intolerante, sin embargo, diría que es momento de abrirnos con amor y comprensión a este tipo de temas e historias. Necesitamos tratarlas y recibirlas como lo que son: historias normales sobre personas normales y disponernos a reflexionar sobre nuestros propios intereses, nuestra educación, nuestra cultura, nuestros traumas, etc.  Esta obra viene en un muy buen momento a México, porque bien puede servir para abrirnos un poco la conciencia como país y sociedad, además de que está tratada con mucha dignidad y se contrapone perfecto al retrato de la comunidad LGBT+ del que hemos hablado: ese de burlas y clichés.

Dixpa – Así como el sueño de Jamie es ser una drag queen, ¿cuál era tu sueño cuando eras adolescente?

Luz Aldán –– Yo no sabía que quería ser actriz, hasta que quise ser actriz: fue más o menos como a los quince. Nunca fui una niña show, ni me interesaba mucho entretener a mi familia. No era de las que cantaba en las fiestas ni hacía mis propias obras de teatro, no, no, no. Yo era una niña que subía a los árboles y se perdía, que comía plantas y se raspaba las rodillas. Mi mamá dice que siempre que veía una novedad, quería hacer eso: me fui a la NASA cuando tenía ocho años y quería ser astronauta, luego me llevaron de la escuela a una inspección de bomberos y quería ser bombera. Quise ser pediatra, veterinaria, maestra. Quería serlo todo. Y yo creo que la única manera de serlo todo es siendo actriz.

Quise ser pediatra, veterinaria, maestra. Quería serlo todo. Y yo creo que la única manera de serlo todo es siendo actriz.