GABY CARTOL

Somos seres complejos

Foto: iEve González | Styling: Le Kirikou Martin | MakeUp & hair: Joël Tello @ArtProMakeUp |  Producción: Roger SH

Gaby Cartol, actriz y docente, se yergue como una de las artistas más importantes de su generación. Esta entrevista con ella apenas si se vive como un cuestionario: con el molino de café al fondo y las respuestas sucediéndose con soltura, Cartol nos hace una invitación con sus personajes a no olvidar y cuestionar qué nos han dejado antes y qué queremos dejar para el futuro.

Dixpa – ¿Qué con Villa? ¿Quién es tu personaje?

Gaby Cartol – Mi personaje es María de la Luz Corral, Lucita. Así la llamaban, así la llaman en la serie, y fue considerada la esposa legítima de Pancho Villa. En la historia se conoce que Villa solo se casó una vez por la iglesia y por el civil y fue con María de la Luz. Interpreto dos fases de ella: cuando conoce a Villa, a los 16, y luego a sus 23, cuando ya un mujerón hecho y derecho. 

Dixpa – ¿Cómo construir estos personajes hoy día? ¿Crees que han impactado los feminismos en el tratamiento de los personajes históricos femeninos?

Gaby Cartol – Platicamos mucho con Rafa Lara, director y showrunner de la serie, y él estaba interesado en mostrar personajes humanos y su época, es decir: si existían en un contexto machista, bueno, no quisimos ser complacientes y mostrar que así era. Fue muy interesante porque, por lo menos a mí, me dio la oportunidad de cuestionar la evolución y el recorrido de la mujer en la historia. Pensé en mi abuela, en mi madre, pensé en las herencias que tengo y en aquellas que no me tocaron. Ese proceso me hizo preguntarme qué fue lo que nos otorgaron estas mujeres: el derecho al voto, al trabajo. Si, socialmente hablando, hubiera una ley que dijera que las mujeres no deben trabajar, para mí sería un desastre. Yo no sé qué haría sin el trabajo, además que amo ejercer mi libertad. Me hizo cuestionar conceptos tan básicos como el amor, también, porque María de la Luz fue alguien que se quedó con Villa hasta el final. Le hiciera lo que le hiciera, ella tenía claro que su compromiso duraría hasta que la muerte los separara.

Reflexioné mucho sobre lo que nos heredaron estas mujeres y lo que nosotras vamos a heredarles a las nuevas generaciones. Quiero suponer que nuestras aportaciones serían el derecho a alzar la voz, a ejercer una sexualidad libre, al aborto, pero no sé si un día alcancemos esta equidad de la que hablamos y buscamos. Leyendo las crónicas de Villa entendí que la idiosincrasia de la época era que la mujer estaba ahí solo para servir. Y era lo que yo tenía que abrazar para poder interpretar a mi personaje. Los dos fueron complejísimos, pero quiero confiar en que los retratamos sin juzgarlos ni romantizarlos. 

Dixpa – Cuando te ofrecieron el papel, ¿qué fue lo que más te interesó de ella, de la época?

Gaby Cartol – Todo. Uno de mis sueños era interpretar un personaje de época y, en este caso, los personajes son increíbles y no son tan lejanos como quizá podríamos estimar. A mí no me tocaba usar los vestuarios opulentos porque María de la Luz era del pueblo, pero igual eran vestuarios verdaderamente hermosos. Además, los personajes femeninos fuertes siempre me han llamado la atención. Vengo de un matriarcado con mujeres muy decididas a mi alrededor, entonces contar esta historia ambientada en un territorio de hombres me interesó muchísimo.

Dixpa ¿Cómo reivindicar a esos personajes que siempre son tratados como un agregado o un anexo? La esposa de, la madre de: parecieran existir con base en terceros y no solo por ser quienes eran.

Gaby Cartol – Eso fue superinteresante para mí porque ella se rebeló contra esa idea y yo, de inmediato, me cobijé con su bandera. Me dio un pie importantísimo para saber cómo interpretarla. María de la Luz nunca dudó en decirle a Villa, “no, espérate, yo soy la Catedral”, que era como se llamaba a sí misma y reprimía al general declarando “tú podrás ser Villa, pero a mí me rezas”.

Dixpa – ¿Y de él? ¿Crees que también vivía algún grado de dependencia hacia ella?

Gaby Cartol – Te decía que yo cuestionaba mucho el concepto del amor para este papel porque Villa también tenía claro que era ella con la que iba a terminar. Decidió, de alguna manera, que ahí estaba su destino, ¿me explico? En ese entonces, ser mujer y recipiente de una decisión así era el máximo sueño: comprometerse, crear una familia, tener hijos y, sobre todo, “darle” un varón al marido para prolongar la sangre y el legado. Que Villa la eligiera a ella me hizo pensar qué pudo ver o qué encontró ahí y no en otras mujeres, si quizá fueron cosas como llamarse a sí misma la Catedral o no sé. Tal vez, para la época, eso era amor.

Dixpa – ¿Qué reflexiones te nacen a partir de estos personajes?

Gaby Cartol – Que somos el resultado de nuestro entorno y la idiosincrasia del momento. En ese sentido, para mí era importante entender el contexto de la Revolución. Pero puntualmente, ¿qué de la Revolución? ¿Cómo y qué se decía? ¿Qué rol tenía la mujer en ella? Así descubrí que estábamos al servicio del hombre, y aunque fuéramos una de las partes más cruciales para el tejido social, no dejábamos de ser agregadas.

Dixpa – ¿Qué enseñanzas o costumbres te dejó el papel de María de la Luz? ¿Qué miras de ella en ti?

Gaby Cartol – Ni yo ni la Catedral seríamos las mismas si no nos hubiéramos encontrado: van casi tres años donde ambas hemos cambiado mucho. Yo soy una persona que se pregunta mucho ¿quién soy? ¿Hoy a quién represento? Y definitivamente te puedo decir que ya no soy la misma que grabó su participación en Villa. Y si bien siempre he sido clavada y me he dedicado a hacer lo mío, hoy hubiera tomado otras decisiones actorales. Soy alguien que no se deja de preparar y que da clases y trabaja con sus alumnos, porque vaya si también aprendo muchísimo de todos. Les absorbo cosas. Viajo con una libretita para anotar frases para que, si se cruza alguna, ya sea de un alumno o mía, la escriba.

En fin: regresando a la pregunta, pienso que sería otra María de la Luz, pero no sé si mejor o peor. Ni siquiera sabría si ahora mi juicio y lo que sé le vendrían bien al personaje. Hay una decisión de la cual fui muy consciente al desarrollarla y es que miré mucho las fotos de María y cómo no sonreía. Miré también las fotos de mi abuela materna que vivió su juventud por esas épocas también y me clavé en eso: había muy poca expresividad. Desafortunadamente, mi abuela ya no vivía para el momento en que me preparaba, pero me hubiera gustado preguntarle ¿por qué no lo hacía? Esas ideas siguieron rondándome hasta la escena de la boda con Villa, que es de mis favoritas, porque instintivamente me salió una sonrisa. Pero una tímida, media sometida. No sé cuál fue mi proceso mental en ese momento, aunque concluí que las emociones públicas no eran tan permitidas y le tomé cariño a la sinceridad del gesto. Aun así, con el tiempo pensé que a veces es más importante hacer a estos personajes más humanos y no solo considerar la idiosincrasia de la época. 

Dixpa – No sé si te enteraste de la polémica que generó la serie de La cabeza de Joaquín Murrieta, donde oscurecieron la piel de un actor para su rol. ¿Qué opinas sobre decisiones como estas para crear una producción de época?

Gaby Cartol – No lo sé. En mi caso, como te digo, he tenido esta constante pregunta de quién soy. Me gustaría, por ejemplo, mostrarte una foto de María de la Luz porque no me parezco y creo que otras actrices quizá hubieran dado más el tipo físico. Pero algo que me decía el director era: tal vez no des el tipo físico, pero eres tú. Es tu esencia, y esa es la que yo necesito. Y ahí está la lucha en nosotros, actores, en saber quiénes somos y en encontrar la manera y los proyectos donde nos sea más fácil dejarnos ver, pero también debemos atender al respeto y la dignidad de cada representación. Por ignorar esas bases fundamentales de nuestro trabajo es que directores, actores, productores, músicos y demás indignan al público a cada rato: en lo personal, yo me reservo cualquier opinión porque hablamos de una industria. Son demasiados los elementos que juegan un papel en el desarrollo de un rodaje y muchas de las decisiones ejecutivas se toman solo considerando las ventas.

En ese sentido, aplaudo a series como Vgly que está llena de riqueza, nuevas caras, rostros nuevos, cuerpos diversos que antes no tenían mayor cabida. Y yo, como actriz, pienso en que hoy ya no quiero permitir que alguien ni algo me diga quién soy: ni una industria, ni un fenotipo, ni un tipo de belleza. De ahí la importancia de la aceptación en las plataformas y las redes, por ejemplo, porque muestran que son posibles las diferencias sin que se tengan que cambiar o rechazar.

Quisiera hablar de algo: a la hora de bookear un rol, me pasa que soy una excepción a las reglas. Es decir: ando protagonizando, ando en una era donde te dicen que debes de tener followers y yo no los tengo. Soy una actriz que se hizo tal desde los tres años porque lo sentí como una vocación de la cual no pude huir. Nací actriz y moriré actriz pese a todo lo que me dijeron, pase lo que pase. Qué le voy a hacer. Con ayuda e influencia de mi madre me fui preparando y ella siempre me dijo “va, yo te apoyo. Pero tú vas a estudiar y vas a ejercer tu profesión”. Ella era académica, a final de cuentas, con un doctorado en filosofía del inglés. De ahí su interés en que yo fuera la mejor y me especializara todo lo posible. Por eso le tengo tanto respeto a la actuación.

Dixpa – Existe la concepción de que esta es una industria muy celosa. Con todo esto que mencionas sobre las dificultades, ¿cómo llegas a querer dar talleres y compartir lo que sabes? 

Gaby Cartol – Son muchos factores. Uno, para mí, es que el éxito no es consumado si no es compartido. No me resultaría suficiente solo llegar y guardármelo. Quiero pensar que mi tránsito por este camino efímero de la vida incluye dejar una carretera por la que otros puedan transitar. Siempre que estoy en la carretera, por ejemplo, imagino “antes esto era tierra, ¿quién dijo yo pongo el dinero? ¿Quién puso esto y quién lo otro?” Mi mamá me platicaba de todo el trayecto que ella tenía que hacer para ir desde Zacatula, Guerrero, hasta Acapulco. Le tocaba agarrar avioneta y cruzar el río, pero ahora se puede hacer el viaje en cinco horas gracias a la carretera. Opino que esa labor de crear facilidades y caminos no nace de las ganas por transitar y ya, sino que también busca que otros lo hagan. De ahí mi filosofía de compartir el éxito. También vengo de familia de docentes: mi abuelo fue el único maestro de su pueblo, fue de quienes apoyó la construcción de la escuela Lázaro Cárdenas y hasta creo que una calle en Zacatula lleva su nombre por todo lo que hizo y aportó. Para él la educación era lo que para mí es la actuación. Eso se lo heredo a mi mamá, quien a su vez levantó la unidad de Lenguas extranjeras. Ella la fundó. Es un legado y quiero pensar que yo también tengo la capacidad de tener una influencia tan grande. Estas son historias que vienen conmigo y me vuelven tan apasionada: por eso vale la pena construir atajos para la actuación y para la industria. Cada que alguien nace para esto, es una tragedia cuando se alejan. 

Dixpa – Claro, hay muchas historias de terror al respecto. En lo personal, veo una crisis con los modelos de enseñanza, donde los viejos modelos y sus defensas se resisten a cualquier cambio. ¿Qué reflexiones tienes en torno a los modelos pedagógicos?

Gaby Cartol – Tengo una frase tatuada: donde te traten mal, ahí no es. Lo aplico para la vida y para la docencia. Si una persona entra a una clase de actuación con dolor en el estómago, sin gozo, sin interés, solo con preocupaciones, algo está mal. Creo que eso pasa mucho con personas de la vieja escuela y la no tan vieja: donde se tiene que experimentar dolor y se tiene que sufrir para que haya resultados. No: estoy en contra. Tiene que existir un proceso de autoexploración. Tiene que ser permitirse la libertad del caos, de ser y ya. La actuación no puede crecer en un ambiente tan reductivo, donde no hay exploración de la psique ni del comportamiento o el entendimiento humano. Estas no son matemáticas. Aquí hace falta echarse un clavado y vivir la salida. 

Dixpa – ¿Consideras el escándalo como parte fundamental de la vida del actor para conseguir trabajo?

Gaby Cartol – No. De hecho, yo diría que lo más que se pueda huir de ese lugar es mejor. Los actores y actrices que yo admiro tienen en común que no existen en redes sociales. Para mí, ser actriz es: hacer mi trabajo, gozarlo y volver a la vida. Y esa vida es tener conversaciones uno a uno, es no alimentar tanto a la vanidad y vivir un baile entre ser vista y ocultarme. Hay pocas personas que lo pueden hacer bien, en realidad. Hoy por hoy, no uso Facebook y visito Instagram muy poco. Creo que en el momento que pueda prescindir de ambas, me iré de ahí. Prefiero darme el tiempo para cultivar más paciencia, compasión y saber que, si digo cualquier barrabasada, pues lo siento: no sé cuál es la fórmula y estoy intentando nadar sin ahogarme. Prefiero confrontar antes de señalar o compararme: somos seres complejos y, para mí, la actuación ocurre gracias a y precisamente por eso. Es la condición humana y es preciosa.

Dixpa – ¿A dónde te gustaría que llegara la ficción?

Gaby Cartol – Para mí el sueño es, desde el punto de vista de actriz, humanizar al cine mexicano. Que haya más humanidad y menos estereotipos. Por ahí leí que lo peligroso de los estereotipos es cómo producen una realidad alterna que no es la realidad, pero que asumimos como tal. Esas narrativas nos afectan a todos. Generan prejuicios colectivos. El sueño es: menos estereotipo y más humanidad.