Dixpa – ¿Qué historias te gustaría ver producidas, ahora que hablamos de cambiar las narrativas?
Cuauhtli Jiménez – Diría que historias cada vez más diversas, pero no me atrevería a decir “éste tiene que ser el tipo de historias contadas en México” porque hay tantas cabezas y tantos puntos de vista que las posibilidades son muy, muy ricas en cuanto a propuestas. Lo que sí creo, y es algo que han mencionado otros actores, es que tiende a haber una repetición de los temas usados para las películas y también una repetición en la manera de contar cada historia. De pronto aparecen proyectos interesantes como Huesera, que es una película mexicana, que refrescan el género al que pertenecen y la mirada y las posibilidades con las cuales se graba. Por proyectos así es por los que debemos apelar cada vez más y por eso me gustó mucho la oportunidad de colaborar con alguien como Luis Estrada, porque el tono con que él pone los temas en pantalla es muy único.
Dixpa – Has hecho, hasta ahora, dos representaciones de personajes pertenecientes a la comunidad trans. ¿Qué reflexiones necesita hacer la industria, particularmente, sobre la comunidad trans?
Cuauhtli Jiménez – No me atrevería a decir cuáles son las reflexiones que se necesitan porque eso depende y concierne a otras voces. Sí creo que como actor e intérprete de estos dos personajes que mencionas, especialmente con el primero, el de Amaranta en la película Finlandia, es importante respetar los registros propios de cada persona y su expresión sexogenérica. Con Amaranta me tocó explorar la identidad muxe, que no pertenece ni se parece propiamente al concepto más occidental o contemporáneo de la identidad trans.
Ese detalle me permitió explorar la idea de que la inclusión y la diversidad no son necesariamente conceptos occidentales ni modernos, sino que, en este ejemplo, las culturas originarias zapotecas ya tenían integrada, desde antes de llegados los españoles, la idea de inclusión y diversidad. Eso se nota hasta en las variaciones del lenguaje que muestra la película, donde existe una voz y una forma para nombrar lo masculino, lo femenino y una tercera categoría que nombra a aquello o a quienes no se identifican con ninguna de las dos primeras voces. En el caso de la Jacinta, para ¡Que viva México!, creo que es necesario recordar que hay una diversidad impresionante de expresiones para la identidad trans y, en este caso, existen personas usando ciertas herramientas en sus discursos como el humor, la coquetería o el descaro para sobrevivir en entornos que casi nunca son amables ni inclusivos. Un ejemplo mediático muy claro, del cual soy fan, son Las Perdidas: que usan su sentido del humor para ponerse por encima de lo que muchas veces, en redes sociales, les dicen a manera de insultos o ataques y terminan dándole la vuelta a una situación desagradable. Diría que ahí hay algo muy mexicano.