MICHELLE RODRÍGUEZ

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Procuro, con mi comedia, no pasar por encima de nadie, ni siquiera de mí, y que los temas de conversación que no necesitan ser siquiera un tema, no lo sean
 FOTO: IEVE GONZÁLEZ | MAQUILLAJE: KEREN MURILLO | CABELLO: RODRIGO REYES | STYLING:RICCI FUENTES| PRODUCCIÓN: ROGER SH | LOCACIÓN: Hotel NH Reforma

Michelle Rodríguez, una de las comediantes más reconocidas a nivel nacional, nos habla de la responsabilidad que hay en ser fiel a une misme, abrirle las puertas a la representación en una industria que se empeña en reconocerla a cuenta gotas y nos cuenta las dificultades y virtudes de revisar la propia historia. Les recomendamos, a la par de esta entrevista, ver La flor más bella en Netflix.

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D – Vivimos en una sociedad que nos insiste con ideas de cómo debemos ser y comportarnos. ¿Tú crees que rompes con ese “deber ser” en lo que respecta a ser mujer y actriz?

Michelle Rodríguez – Creo que el “deber ser” no siempre tiene que ver con lo que nos hace felices, cómodos y ni con lo que nos llena. Muchas veces tiene que ver con las expectativas de los demás y con una estructura social que puede no sólo vulnerar sino también, de alguna manera, exponerte. Creo que he aprendido a ser quien soy y a “demostrar”, aunque la palabra no me guste, que ser quien eres puede no sólo considerarse un acto de rebeldía y revolución, sino también te otorga otra manera de ser feliz, de estar más tranquilo. Llenar las expectativas del resto es agotador y llega un momento donde, por llenar expectativas ajenas, ya no llenas las tuyas. Como mujer, busco ser congruente con lo que hago, lo que digo, con lo que muestro tanto en redes como públicamente y lo mismo como actriz que como figura pública y con mi gente cercana. Busco siempre la mejor historia para mí, para mi quehacer diario, para no lastimarme con pensamientos ni palabras y si hay que romper algunas reglas para llegar ahí, las romperé, pero sin pasar por encima de nadie, sin lastimar ni a otros ni a mí en el proceso.

D – En tu trabajo nos dejas ver mucho del ser humano que hay detrás de la actriz: ¿desde dónde construyes tu comedia para lograrlo?

Michelle Rodríguez- Es algo que voy descubriendo: cuando empecé a hacer stand-up me di cuenta del poder que hay en hablar de mí misma y vulnerarme sin exponerme, en compartir material frente a los demás sin darles de dónde agarrarse para ser agresivos conmigo. ¿A qué me refiero con esto? A que si yo me hacía llamar una mujer gorda, nadie podía debatirlo: nadie podía confrontarme con eso que, además, no es algo que me vulnere. Aunque igual descubro que ya no me gusta hacer comedia por ahí, menos aún si mi postura ante el mundo y ciertos aspectos de la vida buscan que haya más empatía con la gente, que se sienta cómoda, que conecte, que estemos hablando un mismo idioma. Esto me parece muy importante ahora que reviso mis rutinas de tiempo atrás porque, en cada show, llega un momento donde ese discurso ya se agota y necesito hablar de otras cosas. Me da gusto que el material ya no me pida hablar de mi cuerpo, de una condición social, de participar en ciertas prácticas que tenemos muy internalizadas como racismo, gordofobia o algún tipo de discriminación. Ahora lo que intento es hablar de discursos cotidianos y creo que lo más importante del trabajo, como ya dije, es ser congruente: no sobra reconocer que, en esta época de cancelación colectiva, me parece importante hacernos responsables de lo que decimos y que también se invite al espectador a ser responsable de lo que consume. Procuro, con mi comedia, no pasar por encima de nadie, ni siquiera de mí, y que los temas de conversación que no necesitan ser siquiera un tema, no lo sean.

Me encantaría que los comediantes hicieran comedia con temas álgidos, complicados, pero que fueran más congruentes con sus discursos.

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D – Pensando en la corrección política y que abunda este discurso de que “ya no se pueden hacer chistes de nada”, veo que tú logras hacer una comedia no peyorativa, que no ofende, que ni siquiera coquetea con el bullying. ¿Qué consejo les darías a otros comediantes pensando en que prácticas así se normalicen?

Michelle Rodríguez– Primero, muchas gracias por el cumplido. Creo que la diferencia está en que me tocó entender las cosas del otro lado: soy una mujer que rellena muchas de las casillas de una minoría y desde ahí parto para no vulnerar a otros, no vulnerarme a mí y que no exista pie para que la gente me siga violentando de alguna manera con todas estas ideas racistas, clasistas, de todo.

Ya sobre cómo lo logro, es a conciencia. La comedia no tiene que ser agresiva para nadie, pero puede ser muy transgresora. Un discurso de comedia podemos acomodarlo de manera muy inteligente para dar datos duros, para decir opiniones claras y señalar pensamientos contundentes que no sólo diviertan a la audiencia, sino que también le dejen reflexionando. No es lo mismo reírse cuando nos echamos un pastelazo en la cara a, por ejemplo, con Manu NNa, quien además de ser mi hermano y alguien a quien amo mucho, es uno de mis grandes maestros. Él tiene un chiste donde dice que en México matan 10 mujeres y a 7 homosexuales al día y dice “qué bueno que fui homosexual y no mujer”. Me parece que, partiendo de ahí, hay un chiste que tiene el potencial de ser gracioso, pero que no termina de serlo porque es muy fuerte: viene de un lugar bastante oscuro.

Hay muchas maneras de hacer comedia y hay muchos discursos con que podemos entretener a la gente, aunque tampoco debemos pensar que al espectador hay que darle todo masticado: viene a divertirse y viene a reconocerse dentro de los discursos que hacen nuestras rutinas. No hay que pensar ni que los estamos educando con esta cosa aleccionadora que pasa sobre ellos, pero sobre todas las cosas insisto con la idea de congruencia: en esta época donde no paran las quejas sobre ser “políticamente correcto” yo pienso que si estoy poniendo sobre la mesa una idea que confronta a la sociedad, bueno, tengo que sostenerla. Así sea algo abstracto como que las mujeres podemos más o algo más específico como que tenemos el derecho de vestirnos como queramos sin ser violentadas en la calle. Y pasa lo mismo si yo pienso y digo que las mujeres son tontas porque, si de verdad lo pienso, la sociedad me puede demandar las pruebas que fundamentan esa idea, ¿no? Sólo se trata de hacerse responsable de lo que uno está diciendo. Me encantaría que los comediantes hicieran comedia con temas álgidos, complicados, pero que fueran más congruentes con sus discursos. Hay oportunidades en el medio y es trabajo de cada quien buscarlas y trabajar para que los shows puedan presentarse en grandes escenarios cada vez que sea posible: necesitamos generar tanta comedia y conversaciones difíciles como sea posible.

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D – ¿Cómo encontraste el valor para saltar del frente de la pantalla a tras bambalinas? Sabemos que pronto estrena La flor más bella, donde eres productora, guionista y prestas tu historia para que la serie construya una ficción basada en hechos reales: basada en ti. ¿Consideras que esta historia es importante, más allá de si es comedia, drama o biopic? ¿Qué mensaje te gustaría que se lleve la audiencia con esta historia?

Michelle Rodriguez – Qué ganas de llorar me dan con esta pregunta. Primero te respondo a de dónde saco o de dónde me empodero: hace años descubrí que me gusta mucho vivir, que me gusta lo que hago. Estudié una carrera y la disfruté, pero después empecé a hacer teatro de manera amateur y descubrí que eso me gustaba todavía más: que eso era lo que verdaderamente se sentía como un propósito más grande. Me empodero desde la satisfacción que siento al hacerlo y de la satisfacción que me da compartirlo: esa fue de las principales razones por las que me dije “lo voy a hacer, así sea en un foro chiquito o un foro grande: lo voy a hacer”. Y sucedió.

Entonces el universo, la vida, me dieron la oportunidad de que todo esto fuera creciendo y yo lo disfrutara cada vez más hasta que, un día, descubrí que estaba siendo vista y escuchada. A partir de ahí, asumí cierta responsabilidad y sé que no soy redentora de nadie ni vine a inaugurar nada, pero si puedo abrir puertas para los demás lo haré porque, al hacerlo, permitiré a los demás abrir otras. Fue al saberme escuchada, al saberme vista que llegué a este compromiso de ser genuina con lo que hago y lo que digo: de otra manera, no tiene chiste. No sé pretender, no sé mentir, no sé ser otra persona que no sea la que ya soy, así que procuro caerme bien y llevarme bien con quién soy. Si no, jamás hubiera pensado que mi historia era digna de contarse, aunque yo de chiquilla sí dijera “imagínate que un día estemos en los libros de historia”, “imagínate que un día yo esté en un museo”.

Si mi manera de vivir o de intentar sobrevivir a la existencia le funciona a alguien para pasarla mejor o pasarla medianamente menos mal, adelante: ojo que no es que yo diga “mi vida es un ejemplo”, sino que si a ti te funciona, bueno, úsalo. La representación de la que tanto se habla últimamente cada vez adquiere más valor no sólo porque da oportunidad de trabajo a mucha más gente, sino porque da oportunidad de diálogos y narrativas donde todos cabemos. Y la representación va mucho más allá de variar los físicos en pantalla: hay personas que limitan su quehacer y su existir cotidiano para ser lo menos visibles que se pueda, que buscan no molestar ni incomodar, y creo que todos los que estamos en este mundo necesitamos reconocernos como una parte importante de él.

Si alguien parecido a ti hace lo que tú quieres o ves a alguien que llega a un lugar cercano al que tú quieres, siempre te verás alentado a moverte de donde estás y a seguir adelante. Y si La flor más bella ayudará a una o varias personas a sentirse mejor, bueno, necesita contarse; si esta historia les va a ayudar para saberse maravillosos y fabulosos como la Mich que protagoniza, que se cuente; si la historia va a sanar algún corazoncito de alguien, que se cuente.

Justo pasó algo de eso conmigo también, porque esta serie ha sido una confrontación constante donde descubro cosas de mi vida de las que no me había dado cuenta o que yo hacía sin reconocerlas. La historia que quiero contar ve el pasado partiendo del ahora: es una Mich, la de la serie, no yo, a quién le costó trabajo estar donde está e hizo la talacha para contar sus experiencias. Es alguien que quiere ayudar a que más personas tengan su lugar, a que más personas que buscan cabida la tengan finalmente.

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D – Hoy que eres una persona adulta con un camino profesional estable tienes el privilegio de que muchas personas con edades muy distintas escuchen los mensajes que tienes para darles. ¿Qué le dirías a la Mich niña hoy, desde donde estás, para enfrentar sus dudas y pelear por sus sueños?

Michelle Rodríguez- Me tienes llorando un montón. A eso me refiero, también, con que la serie fue muy confrontadora para mí porque contando esta historia, repasando, lo primero que le diría es “Lo lograste y ni te imaginas lo que viene. Sueña todavía más en grande porque sí te alcanza” y ese “sí te alcanza” me parece que es una frase poderosísima cuando hay tantas limitantes que nos inculcan y nos repiten.

D – ¿Qué le dirías a las juventudes que quieren entrar al entretenimiento, pero no tienen rasgos ni características que los incluyan en las corporalidades hegemónicas?

Michelle Rodríguez- Hay que aprender a reconocer lo que no somos y no seremos: porque, la mayoría de las veces, no llegaremos a esos lugares. Y reconocer, también, que no por eso perdemos cualquier otra posibilidad o hace falta cambiar nuestras aspiraciones. Somos valiosos aun si no tenemos un cuerpo aceptado o deseado socialmente. Pienso que, si quieren entrarle a esta industria, hace falta tener todos los ases bajo la manga, todas las herramientas para que cuando les digan “tú no quedas por esta razón”, genuinamente sea así de sencillo y no porque les faltó otra cosa. ¿A qué voy? Yo tengo la capacidad de cantar, bailar, escribir, conducir, producir, dirigir, sé de post-producción y todo esto lo sé hacer bien. Si de verdad no me estás eligiendo porque no tengo el perfil que buscas, bueno, yo lo tomo con naturalidad porque soy consciente de que no pertenezco a eso hegemónico ni tradicional. No me rompo y, más bien, eso me invita a construir narrativas diferentes: ahora que tengo la oportunidad de contar una tan personal, por ejemplo, siento que es mi labor que todas las personas quepan y que abracemos qué somos y qué no somos desde un lugar sereno, amoroso y sano. Sí, en un casting, buscan a una rubia de 1.90, bueno, sólo no voy a ir porque no soy una rubia de 1.90 y eso no tiene nada que ver con mis capacidades.

Si una industria está decidida a no contratarme a pesar de que puedo dar todo lo que ellos requieren y sólo basan esa decisión en cómo me veo, ese es un lugar donde no quiero estar. Y si de verdad quiero estar en ese lugar, entonces buscaré la manera de hacerles saber que soy la mejor opción y que, si de todas formas me dijeran que no, buscaré un lugar para demostrar que sí puedo. Independientemente de qué pase, como artistas necesitamos tener las herramientas que nos permitan participar en todos los juegos que queramos sin limitarnos por cuáles sí tenemos y cuáles no.

D – ¿Crees que las plataformas están haciendo esfuerzos reales para contar historias diversas? ¿Qué opinión tienes de la evolución de la diversidad y la representación en estos medios?

Michelle Rodríguez- Creo que, como en todo, siempre hay discursos ocultos dentro de los discursos y que hay plataformas que sí están preocupadas por contar cosas distintas y por llegar a nuevas audiencias. A la cabeza de estas plataformas hay gente que se incluye dentro de las minorías, entonces sí hay grandes oportunidades y una gran búsqueda por contar otras historias. Por otro lado, también creo que hay mucha gente que busca cumplir con una cuota o esto que llaman “representación forzada”, pero bueno: mejor tomamos lo bueno que salga y seguimos en lo nuestro. Siempre le irá mucho mejor a alguien que no le apuesta al cambio, pero las narrativas están moviéndose y es nuestra responsabilidad, como consumidores, buscar opciones que nos empujen más hacia ese nuevo mundo.

D – ¿Qué nos falta para consolidar ese cambio?

Michelle Rodríguez- Primero, ser empáticos. Dejar de tomarnos las cosas personales y dejar de minimizar el dolor de los demás. Hablo de manera personal y también profesional, porque no faltará quien diga “ay, ya: ¿qué tiene que no salga ningún negro? ¿Qué no salga ningún mexicano?” Y ahorita nos sentimos orgullosos de que tres mexicanos estén siendo superhéroes en la franquicia más grande del mundo y esa sensación, para más de uno, vendrá de que alguna vez soñamos con eso, ¿no? Nos falta ser más empáticos y congruentes para que dejemos de cuestionar las experiencias de los demás, pero sin ser ñoños ni fantasear con un mundo rosa y de colores.

Tampoco nos caería mal ser menos agresivos con los demás y con nosotros mismos, porque operar desde el enojo no funciona para nada y darle cabida a gente enojada creo que nos tiene donde nos tiene. Yo lo cambiaría de a poquito: desde lo personal siempre intento poner un granito de arena, más todavía con esta serie, pero también lo hago con mi quehacer diario, con las redes donde me hago ser escuchada y vista. Cada persona tiene un discurso propio, una manera de vestir, hablar, de expresarse en las redes, una forma de expresarme con quienes quiero o quienes están alrededor. Depende del lugar, pero vale la pena también contar cosas nuevas, buscar otras narrativas, y, a título personal, también si un personaje no me representa, no tomarlo para no perpetuar ideas con las que no estoy de acuerdo.

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D – ¿A quién aspiras a llegar con las historias que cuentas? ¿A quiénes, idealmente, van dirigidas estas historias?

Michelle Rodríguez-  A la gente que me sigue y me escribe todos los días para decirme que está pasando un mal momento, que no se sienten bellos, amados, deseados ni suficientes. A toda esa gente que me sigue y que en mí ve una lucecita en el camino: a ese público es al que me encantaría llegar. Después, a la gente que está vulnerable y que no tiene idea que hay más mundo del que conoce, que es algo que a mí me pasó mucho y me sigue pasando. No es que yo viviera encerrada en un cuartito, pero cada que lo descubro más, descubro que puede estar no a mis pies de una mala manera, sino que tiene muchas oportunidades que es posible tomar y que te ayudan a definir mejor quién quieres ser y quién eres. Alguna vez el maestro Fernando Martínez Monroy dijo en una clase “no importa a dónde vayas: aprende a llevarte bien contigo porque eres al único que te va acompañar”. A mi parecer, las historias que nos estamos contando son historias en las que no estamos creyendo porque ya no hay conexión entre ellas y quienes las vemos. Por eso creo que mi trabajo también va para quienes son diferentes a lo que la sociedad quiere de sus cuerpos, de sus futuros y sus presentes para que esas personas sepan que no hacen falta las etiquetas. Doy todo para que vean que somos válidos, somos bellos, somos capaces y existimos y resistimos.

D – Tienes un gran número de seguidores en redes que muestran su aprecio por ti como ser humano y no sólo se quedan en la admiración por tu trabajo ¿Cuál crees que es la responsabilidad que asumes con esos followers?

Michelle Rodríguez- Dicen por ahí: “el personaje no es lo que dice, sino lo que hace” entonces, ahora sí que es necesario que nos cheque el audio con el video: que nuestro quehacer haga match con lo que estamos diciendo. Agradezco a la gente que me sigue en redes sociales y, por ejemplo, me dice “yo me visto así gracias a ti”. Una vez una chica me dijo que usaba short porque me vio en la televisión usando uno y ahora ya no sentía pena de cómo se le veían las piernas. Así me escriben muchas personas diciendo “quisiera la seguridad que tú tienes”, “quisiera la seguridad con la que andas por la calle vistiendo lo que tú quieres” y si hay tanta gente diciendo “yo me atrevo gracias a que tú lo haces” a mí me resulta cómodo vestirme como me visto y si yo represento a alguien en ese proceso de valentía, con más ganas lo voy a hacer. Lo mismo si a alguien le ayudo para salir del hoyo. Ahora, si a alguien le incomoda, juzga mis decisiones, si buscan debatir los puntos de vista que yo tengo respecto a mi cuerpo o que lo veo como algo bello, de que mi cuerpo también es digno de mostrarse y disfrutarlo, bueno, ¡más lo voy a hacer! Así es como yo digo, pienso, consumo y hago en general: esto soy y así me muestro. Sentirse cómodo con uno mismo cuesta y yo lo sigo trabajando porque hay cosas que todavía me resultan complicadas. Como lo he dicho en varias entrevistas “no hay por qué vivir una batalla con quiénes somos”: lo que menos quiere nuestro ser interior, nuestro niño chiquito, nuestro cuerpo es pelear con alguien más cuando ya vive señalado. Siento que mi responsabilidad es ser congruente y mostrarle a esa cantidad de followers que es posible sentirse cómodo con quien eres sin importar qué diga la gente. Hace mucho una señora que me leía los ángeles me dijo “la mejor manera de honrar a dios y a tu familia es ser feliz” y vale la pena celebrar la vida siendo tan felices como podamos. Eso creo.