ISHBEL BAUTISTA

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El arte es un arma social y también un vehículo para sanar nuestra relación con ella.
Foto: iEve González | Styling: Ricci Fuentes | Make Up NanGC @ArtPRoMakeup | Hair: Carla Garcia @ArtPRoMakeup

La actriz Ishbel Bautista nos habla de sus procesos en la construcción de sus personajes, particularmente de Marina, en la serie Hernán, y de Majo, ésta última de la serie La flor más bella, así como de los retos, posibilidades y los replanteamientos que considera necesarios desde una perspectiva feminista y antiracista. 

Dixpa – ¿Qué has encontrado en tu viaje del teatro a la televisión y el cine?

Ishbel Bautista – Ha sido un mundo de hallazgos y también de encuentros. Sobre todo, creo haber encontrado la esencia de lo que me gusta hacer, que es actuar. Trato de buscar un puente que me nutra porque creo que el teatro tiene algo bellísimo y mágico que jamás voy a dejar ir en mi corazón, pero el cine también es un mundo increíble, uno realmente sorprendente del cual, a veces, uno no tiene idea hasta que está sumergido dentro. Me gustan mucho ambos, pero claro: he tenido que aprender a diferenciarlos y canalizar ciertas cosas de cada uno para crecer.

 

D – Muchas veces somos el vigilante de nuestra perfección y en el cine o en la tele es difícil, si no imposible, cambiar lo que ya se hizo, a diferencia del teatro que permite variaciones de una función a otra. ¿Cómo lidias con eso y cómo has ido aprendiendo a soltar?

IB – Creo que ambas tienen ciertas cualidades. Por ejemplo, en el teatro das una función que es única e irrepetible para ciertas personas y sólo queda lo que salió. Si como espectador no llegaste o si se te fue cierta comunicación con tu compañero de escena o si algún diálogo o acción se te escapa, ya está: se pierde. Una de las ventajas del cine es repetir: creo que te da más ventajas de error y de perfeccionamiento y el teatro, al ser una única entrega, no te lo permite. Sin embargo, el gran aporte del teatro es que tienes un proceso de desarrollo, un proceso pedagógico donde vas creciendo, vas aprendiendo del personaje y el tiempo y, a veces, tienes más meses de preparación para un personaje. Eso te permite profundizar más, lo que a veces el cine no te da: para ese formato te dan la información, te dicen “quedaste con este personaje y grabamos en un mes”, entonces el espacio que tienes para prepararte es mucho más breve. Y el mes es si bien te va: una vez me tocó que me hablaron para decirme “una actriz no pudo acomodar sus horarios. Necesitamos que hagas a su personaje y nos vemos mañana”.

D – Los feminismos han puesto sobre la mesa temas necesarios para nuestras vidas, ¿de qué forma impactó esto en la construcción del personaje de Marina?

IB – Creo que está totalmente influenciada por estos temas. Mi trabajo lo hice, primero, descubriendo a la Marina más humana, a la mujer que se parecía a mí, pero también busqué mucho el porqué de sus acciones, sus razonamientos y me di cuenta de que viene mucho del contexto social donde vivía, al igual que por su condición como mujer en un mundo donde se le discrimina, se le trata como objeto, donde pueden hasta venderla y donde es difícil transitar sin problemas. No sólo se trata de dos mundos fundados en el machismo, como sucedía en los contextos prehispánicos y europeos, ni tampoco de abordar estos hechos desde dos concepciones diferentes de lo que es una mujer o lo que se consideraba “correcto”. Sentí la obligación de rescatar y reivindicar la figura de la Malinche porque, a través de la historia, los juicios en torno a ella han sido muy duros, muy sesgados por el machismo y siempre se le ha considerado como la acompañante de Hernán, la mujer de y no una persona independiente que participó activamente en la política ni como alguien cuyas decisiones fueron tan importantes al grado que marcaron la historia de nuestro país. Fue una mujer brillante que debe ser reconocida, cuyas acciones pueden debatirse desde muchos ángulos aparte de su papel como concubina de este conquistador.

 

D – Dices haber encontrado un espacio donde te identificaste con Marina, ¿crees que el ser mujer ha representado un reto para ti en este mundo del entretenimiento?

IB – Sí, ser mujer de primera instancia en este mundo ya es complicado y cada carrera tiene sus pormenores. Creo que, afortunadamente, la lucha feminista trajo muchos cambios importantes y siento que me tocó un híbrido de cómo era antes y cómo se va transformando después: cuando empecé, era muy chiquita y no tenía mucha idea del medio, muchas violencias estaban normalizadas y atravesaban ideas y conceptos de lo que era ser mujer. Conforme fui creciendo y el movimiento feminista avanzó, el medio ha cambiado y ha hecho que tomemos conciencia y volteemos a ver lo que estuvo mal desde un principio, aunque fuera algo común. He oído a varias compañeras hablando del acoso que vivieron o cómo enfrentaron ciertos comentarios inapropiados, pero ya no nos quedamos calladas y lo enfrentamos. Debido a esto, también es verdad que los mismos hombres se contienen, pero es más porque ellos no quieren problemas más que realmente estar trabajando en crear o cultivar una conciencia, aunque no es el caso de todos tampoco. Hay mucha diversidad en esta lucha y creo que sí ha cambiado el panorama. Afortunadamente, por ejemplo, recientemente en la Flor más bella reunió a un grupo muy sensible, muy humano, con muchas mujeres que te confortaban, te alentaban, que hacían valer sus derechos y eso es un impulso y un ejemplo que agradezco y llevo mucho en mi corazón: me sanó de muchas maneras también, tanto personalmente como laboralmente.

D – ¿Crees que la plataforma que tienes como actriz aporta algo al feminismo?

IB – Yo siempre he creído, desde que empecé a hacer teatro, que el arte es un arma social y también un vehículo para sanar nuestra relación con ella. Tenemos una responsabilidad como artistas de ser un ejemplo, de reivindicar, de tener una opinión y mostrarle nuestras luchas al público, a nuestros espectadores, y siempre he considerado también que mi objetivo principal es ser congruente con mis propios discursos: tal vez yo no soy activista, como varias amigas y amigos que yo respeto muchísimo y lo hacen de una manera muy particular gracias a que disponen de cierto tiempo y recursos, pero mi aporte existe en tanto que yo cultivo la congruencia en los discursos que poseo como artista, en las historias que cuento y los personajes que habito.

 

D – Se viene cuestionando desde hace algunos años el cómo la blanquitud acapara la mayoría de los espacios en el entretenimiento, ¿qué reflexiones consideras que necesita hacer la industria para seguir abriendo espacios donde todos entren?

IB – Considero que es un poco similar a esto que hablamos del feminismo: el racismo existe, el clasismo y las violencias estructurales existen y siempre han existido desde que la sociedad misma comenzó a desarrollarse de forma vertical, pero ha habido una serie de movimientos y luchas que hacen que ya no nos callemos, que alcemos la voz y señalemos estas conductas. Siento es un poco lo mismo que viví al principio de mi carrera al enfrentar ciertas normas obsoletas, pero también es una realidad que fui una niña y una adolescente víctima de esas mismas ideas al grado que éstas se veían reflejadas en miedos, inseguridades e incluso en pensar en mis oportunidades serían las menos. Conforme crecí ya fue cambiando, fue abriéndose el panorama, fui entendiendo que existía una lucha por el cambio y que era necesario nombrar a las cosas por su nombre, alzar la voz porque, aunque el movimiento crezca, aún queda mucho por hacer y hay que seguir resistiendo.

D – La flor más bella es una carta a la diversidad. Si cada personaje fuera un párrafo, ¿qué diría el párrafo de Majo?

IB – Majo hablaría de libertad, de no tener miedo a ser tú, de ser ligera y no preocuparte por lo que digan los demás, de no tener miedo a querer. Majo representa mucha libertad, mucha contención y amor para los otros.

 

D – ¿Te sentiste identificada con Majo?

IB – Sí, de muchas maneras: en definitiva, creo que me hubiera gustado ser como Majo cuando fui adolescente porque yo era muy diferente. Era más insegura, pero mucho de lo que tiene Majo lo tuve también. Me identifico con su nostalgia y su amor a Chiapas, en mi caso yo con Veracruz y Xalapa, pero este amor a la naturaleza y las causas sociales es el mismo y también considero que empatamos en esta de vincularnos dando apoyo incondicional, aunque a veces no seamos correspondidas.

 

D – ¿Qué le dirías hoy a la pequeña Ishbel, recién llegada de Xalapa?

IB – Que no tenga miedo y sólo se deje llevar porque va a ser maravilloso y tendrá de los años más increíbles de su vida.

 

D – Ya para concluir, ¿cambiarías algo del camino que te llevó al lugar donde te encuentras en este momento?

IB – Me encantaría decir que no, porque entiendo que lo que soy ahora se debe, en parte, a mi historia, pero ahora siendo más grande y consciente, me hubiera gustado haber alzado más mi voz cuando estaba más chica. Aun así, veo a la Ishbel de ese entonces y sé que no fue su culpa contenerse: conforme uno crece existe la posibilidad de aprender cosas como esas. En ese mismo sentido, me hubiera gustado no aprender a la mala varias lecciones, pero creo que también admito que hice lo mejor que pude y sobreviví. Así es el tiempo y la vida.