Dixpa- A su generación les atraviesan nuevas luchas sociales. ¿Cómo las enfrentan? ¿Cuáles les interesan y cuáles no?
Coletti- Primero, con la conciencia de escucharnos entre todes. Seguido hacemos retrospectivas de nuestras vidas y nos damos cuenta que estamos siendo oprimides con situaciones como el racismo, el clasismo u otras situaciones. Eso es algo que, en Magdalena, tenemos muy presente: dejamos algunas luchas aparte y también priorizamos otras según lo que creamos mejor, pero todas nos atraviesan a todes como Casa.
Kintsugi: Sí, luego también hay problemas que empiezan a ser nombrados o a tener más focos. Yo, como persona no binarie, veo cómo actualmente las personas sí se están posicionando frente a las violencias binarias y que, a partir de generar conciencia sobre estas violencias que vivimos, podemos actuar de formas nuevas. Al final, como lo dice la hermana, cuando descubrimos cómo nos atraviesa una situación y otra no, tardamos mucho en descubrir que todo forma parte de una misma lucha porque el sistema es xenófobo, transfóbico, binario, racista, clasista, misógino, homofóbico y mil cosas más. Descubrimos que es un monstruo de muchas cabezas que requiere de nuestra colectividad para caer, para terminar con sus violencias sistemáticas. La colectividad es una buena respuesta para contraatacar a estos múltiples frentes con múltiples ternuras y múltiples realidades, con personas viviendo y coexistiendo desde sus distintas luchas. Al mismo tiempo, diré que es un poco ridículo tener que estar luchando sólo por el derecho a existir, siendo que, literalmente, las cosas que nos atraviesan en la mayoría de las ocasiones tienen relación con el ejercicio de ser y estar en la vida. Que se violente a alguien por existir es absurdo.
Me parece que es muy fuerte que haya violencias sistemáticas que
nacen por lo que una persona decide hacer con su cuerpo o por cómo expresa su amor o por el color de piel que tiene. Es ridículo llegar a esto, pero ya que estamos aquí no podemos abandonar esa consciencia ni dejar de tener empatía hacia las personas que queremos y forman parte de nuestras vidas. Sí, hay muchas peleas que no nos interesan y son, sobre todo, las que quieren restar derechos a las personas o son luchas de personas que siguen ejerciendo algún tipo o grado de violencia y buscan seguir ejerciéndola: ejemplos sobran, pero hablo de luchas racistas, terfas, misóginas o cualquier otra que atente contra el existir de otres. Tener espacios como el ballroom es muy, muy importante cuando el mundo te quita cualquier acceso a condiciones de vida dignas, a trabajos o acciones como caminar sin la preocupación de que te agredan en la calle. Y tampoco es que quienes gozan de ese u otro privilegio no estén conscientes de la situación, de la realidad de que hay personas que están en peligro constante de recibir violencia.
Sólo creo que el ballroom es un espacio para celebrarnos y abrazar nuestras identidades y, en lo personal, no me encanta que en estas celebraciones de pronto armemos competencias para ver quién tiene el rostro más bonito o quién baila mejor, pero es que el mundo nos ha dicho que nuestro rostro no es bonito o nuestro cuerpo o nuestro movimiento no es válido. En fin. En el ballroom se trata de decir: “voy a hacer esto o aquello, independientemente de lo que piensen” y eso es fascinante. Sirve para juntarse a transicionar en colectivo a todas, todes y nos permite ver un proceso de migración corporal que transforma cuerpas que participan en el vogue fem, en el runway, en el sex siren. Sobre todo este último tipo de dinámica se me hace muy importante porque proviene de mujeres trans, negras, VIH positivas que laboraban como sexoservidoras en Estados Unidos: que un grupo tan estigmatizado por tantas cosas y tan violentados por tantas circunstancias encuentre una celebración de su erotismo, su placer, que diga que su cuerpo es válido y que lo celebre en el ballroom no tiene comparación. El ballroom es colectividad real: no faltan las personas que cuestionan a la comunidad LGBT+ y cómo se relaciona cada disidencia, pero en el ballroom está tu amiga lesbiana que amas, tu hermane que ha vivido un chingo de cosas, tu hermana trans que te invita el café. Creo que es muy importante crear estos espacios para más personas porque, allá afuera, hay muchísima violencia y estos espacios seguros, de expresión y comunión tienen que existir: necesitamos una red de apoyo para todes nosotres y por eso es importante apoyar la escena de la comunidad ballroom.
Jossafat – Yo invitaría a los lectores a acercarse más a la comunidad ballroom local y no sólo dejarse llevar por una idea que viene de la televisión gringa, de imágenes que no se acercan a la realidad mexicana. No lo digo por temas nacionalistas ni nada, sino más bien porque es un tema de geopolítica: acercarse sirve para resignificar nuestras cuerpas, para darles una nueva dignidad y un nuevo valor, para cuestionar lo que se nos dice e impone como lo correcto.
Muchos eventos resultan de la autogestión de las mismas Casas y saber y apoyar los balls también nos permite comer, transportarnos y demás a quienes los creamos y los tenemos como nuestra principal fuente de ingresos.
Kintsugi – Sí: el ballroom merece apoyo y lo necesita. Hay balls con 50 personas que no están recibiendo el apoyo ni siquiera de la propia Comunidad, entonces mi llamado es que vayan y apoyen a la escena local, que apoyen lo que está sucediendo: necesitamos respaldar a la escena emergente y a la ya establecida, en especial por la cantidad de vidas que han salvado con su existencia, incluida la mía.
Coletti – Es una escena que seguirá por muchísimo tiempo porque resistimos.
Kintsugi – Y nos apoyamos.