HOUSE OF MAGDALENAS

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NECESITAMOS RESPALDAR A LA ESCENA EMERGENTE Y A LA YA ESTABLECIDA, EN ESPECIAL POR LA CANTIDAD DE VIDAS QUE HAN SALVADO CON SU EXISTENCIA.
Foto: iEve González

Necesitamos respaldar a la escena emergente y a la ya establecida, en especial por la cantidad de vidas que han salvado con su existencia: House of Magdalenas.

La casa de House of Magdalenas es uno de los grupos más reconocidos del ballroom en toda la CDMX y el país. Tuvimos la oportunidad de hablar con Kintsugi, astrologue; Coletti, bailarina; y Jossafat, abogade, sobre el papel de la comunidad voguera y su involucramiento en la actualidad de la epidemia del VIH/SIDA.

Dixpa- ¿Cómo es que llegan al ballroom y al vogue?

Coletti- Bueno, no sabía mucho del ballroom hasta que encontré a Isis en un taller de cine transfeminista: ahí coincidimos y ese día me invitó a formar parte de su casa, de Magdalenas, y así es como yo llego a la casa y comienzo a empaparme de esta cultura que ahora amo.

Jossafat- En mi caso, conocí a Madre Isis en un viaje a Oaxaca que tuve hace un año y me invitó a formar parte de su casa. Yo ya conocía la cultura ballroom porque formé parte de una casa, conocía a une voguere de otra casa y estaba más o menos al tanto de la escena. Sólo que, en aquellos momentos, no dimensionaba la magnitud ni todo lo que implicaba el ballroom: es mucho, mucho, mucho más de lo que cualquiera imaginaría desde afuera.

Kintsugi- Yo me encontraba en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, trabajando, y el último proyecto que quería proponer para el área de mediación donde me encontraba era un cortometraje alrededor de la danza y las identidades LGBT+. Ya conocía un poco del ballroom y era claro para mí que, si quería hablar de la danza y del movimiento y las realidades LGBT+, el ballroom y el vogue era el tipo de danza que estaba buscando. Me puse en contacto con Pantera, quien es mi hermana en Magdalena. Antes de esto, yo entré a otra Casa que se desintegró y, bueno, ahora me encuentro en Magdalena y sí fue todo un ejercicio el encontrarme un espacio donde pudiera expresar mi corporalidad libremente con la danza. A pesar de que la danza me había gustado mucho, siempre había visto algo que no terminaba de suceder en esos procesos dancísticos que, a lo mejor, tienen que ver con la binariedad, con un asunto de privilegio o de recursos que yo no tenía para poder ingresar a escuelas de danza especializadas. Por eso sentí que el ballroom era una respuesta a todo eso: hay personas bailando que no tienen ningún tipo de formación académica, pero están expresando su identidad y quiénes son a través del vogue y así celebramos nuestras identidades y nuestras cuerpas en entornos hostiles.

Dixpa- El ballroom y el voguingsaltan a la fama en los 80s, justo en el momento que cobran mayor atención los casos de VIH y SIDA en el mundo. ¿Ustedes cómo viven esta relación entre la comunidad y esta epidemia a 40 años de su inicio? Sobre todo en cuanto a combatir estigmas todavía presentes.

Kintsugi- El ballroom ha evolucionado a lo largo de los años, pero, justamente, el afrontar la pandemia del VIH en ese entonces fue algo que terminó de unir a una gran parte de la Comunidad. Me parece un tema muy complejo y quizá yo lo romantizo en cierta medida, pero se me hace una acto de resistencia hermosisímo el que se reúnan las cuerpas para hacer frente a sistemas racistas, clasistas, xenofóbicos y transfóbicos de la sociedad a lo largo de todos estos años: que se hayan reunido a bailar y celebrar caminando, bailando y mostrando el rostro. Creo que fue un acto de resistencia, de valentía, de decir: “el mundo me está oprimiendo, entonces yo voy a hacer todo lo contrario y voy a crear estos espacios de celebración, amor y fraternidad”. Las Casas, además, son llamadas así porque muchas personas perdían el derecho a una vivienda segura o sus familiares les corrían porque se identificaban como personas trans, gays, lesbianas.

El ballroom fue construyendo nuevas familias y se han dado cambios recientes en algunas Casas: ahora nos reunimos por otras necesidades igual de válidas que las de antes, pero el tema de VIH/SIDA sigue presente y hay que ser conscientes de lo que representa. Todes vivimos con este virus al final de cuentas porque está allá afuera y tenemos que luchar contra los estigmas que lo rodean, tenemos que luchar contra todas estas cosas que oprimen a personas que amamos o a nosotres mismes en caso de ser portadores. Por eso es importante mantener espacios que nos recuerden la importancia y el camino ya recorrido de este tema y tenemos que apostar siempre por la confrontación de los estigmas, de la violencia sistemática, en fin. Eso es lo que tenemos en Magdalena: Madre Isis es una mujer que se mantiene firme en sus posturas y resistencias alrededor del diagnóstico seropositivo y nos invita a todes a formar parte.

Jossafat- Yo diría que sí: a lo mejor ya existe un tratamiento que antes no estaba habilitado y que también, afortunadamente o desafortunadamente, ahora corresponde a las autoridades brindar estos nuevos medicamentos a las personas gracias al derecho a la salud sin distinciones. De todas maneras, siento que no se debe de perder de vista esta interseccionalidad de luchas, el que debemos de pelearlas como Comunidad porque, al final, no sabemos de qué manera pueden impactar a une u otre: la violencia afecta por igual en este sistema heteropatriarcal que siempre nos quiere señalar como enfermes o desviades.

Coletti- Complementando a mis hermanes, sí: este espacio de resistencia política en el que todes nos apoyamos a partir de que compartimos nuestras vivencias y generamos empatía, formamos comunidad, donde no estamos solas, solos, soles es muy valioso. Es muy bonito sentir toda esa fuerza cuando sabes que puedes reflejarte en alguien más o que alguien más puede reflejarse en tus experiencias y que la vida, casi siempre, termina por celebrarse en estas congregaciones.

Dixpa– Sumando a las estigmatizaciones, la que tiene que ver con el ejercicio libre de la sexualidad y sus expresiones es de las más discutidas aunque las voces que cuestionan estos estigmas son cada vez más. ¿Cómo se trata ese tema dentro de una Casa? ¿Cómo trabajan el tema en grupo?

Kintsugi- Creemos que la horizontalidad en nuestra casa es importante, porque aun con una figura materna no hay nadie arriba de ti: no porque alguien tenga más años en la casa es superior a tí ni porque alguien tenga diplomas o una licenciatura sabe más que tú. Se trata siempre de compartir nuestras propias experiencias y creemos que todes tenemos algo que ofrecer en temas educativos, emocionales, físicos, etc. Estamos compartiendo quiénes somos, los que tenemos, desde un acto de muchísimo amor al ballroom, desde algo confrontativo y con relación directa a distintas luchas. Creo que yo, en la cultura del ballroom en México, encontré esa apertura para decir las cosas y puedo hablar por esta casa y asegurarte que así es como hacemos las cosas. En cuanto a la estigmatización de la sexualidad, en lo histórico, pues, veníamos de la revolución sexual de los sesentas y el VIH/ SIDA lo usan para decir que este tipo de situaciones epidémicas son un castigo divino, como diciendo: “miren: estaban equivocados.

No pueden vivir como lo hacen, aunque quieran”. Parte del discurso odiante del sistema fue negar información y, literalmente, permitir que la pandemia del VIH/SIDA tomara todas las vidas posibles dentro de comunidades vulnerables: personas negras, trans, latinas, gays, lesbianas, pobres. Todo lo que el sistema, la norma y los prejuicios no querían se estaba esfumando y las autoridades decidieron hacer algo al respecto hasta que empezó a afectar su realidad, su blanquitud, su heterosexualidad y sus privilegios. Nosotres lo que hacemos es no callarnos, decir: “soy una persona trans, soy una persona no binarie, soy una persona que vive con VIH, soy una persona que ha vivido estas violencias”. No hay que dejar de decirlo a la hora de ejercer nuestras sexualidades. Desde ahí es de donde tratamos el tema en Magdalena para hablar de todo sin tabúes, sin ningún miedo.

Jossafat– Para mí sería mediante la escucha activa. Creo que la mayoría estamos dispuestes a escuchar y generar reflexiones tanto personales como colectivas. Considero que la Casa está formada por diferentes disidencias, ya sean lesbianas, personas trans, homosexuales, personas seropositivas y esto nos permite tener conciencia de cosas específicas que atraviesan a cada grupo. Como personas, esa relación y las ganas de compartir tienen que ser lo más importante porque ese interés, esa capacidad para unirnos alimenta nuestra humanidad y tenemos derecho a eso, tenemos derecho a ser felices, a vivir como queramos hacerlo porque, al final, sólo queremos ejercer los derechos de nuestra personalidad, de autodeterminarnos como nos plazca sin afectar a nadie.

Coletti– También diría que la confianza hace la diferencia. Todes en nuestras historias personales aprendimos a quitarnos el miedo y eso se refleja en nuestros movimientos, en la forma de caminar, en cómo salimos a la calle. Creo que eso comunica mucho. Entonces, por una parte, está la comunicación y, por la otra, está el decir las cosas sin miedo, hablar las cosas como son, pero con una conciencia que nace en la ternura radical, en saber cómo acercarte para tener empatía con los sentimientos de las demás personas. mediante el ballroom.

Dixpa- A su generación les atraviesan nuevas luchas sociales. ¿Cómo las enfrentan? ¿Cuáles les interesan y cuáles no?

Coletti- Primero, con la conciencia de escucharnos entre todes. Seguido hacemos retrospectivas de nuestras vidas y nos damos cuenta que estamos siendo oprimides con situaciones como el racismo, el clasismo u otras situaciones. Eso es algo que, en Magdalena, tenemos muy presente: dejamos algunas luchas aparte y también priorizamos otras según lo que creamos mejor, pero todas nos atraviesan a todes como Casa.

Kintsugi: Sí, luego también hay problemas que empiezan a ser nombrados o a tener más focos. Yo, como persona no binarie, veo cómo actualmente las personas sí se están posicionando frente a las violencias binarias y que, a partir de generar conciencia sobre estas violencias que vivimos, podemos actuar de formas nuevas. Al final, como lo dice la hermana, cuando descubrimos cómo nos atraviesa una situación y otra no, tardamos mucho en descubrir que todo forma parte de una misma lucha porque el sistema es xenófobo, transfóbico, binario, racista, clasista, misógino, homofóbico y mil cosas más. Descubrimos que es un monstruo de muchas cabezas que requiere de nuestra colectividad para caer, para terminar con sus violencias sistemáticas. La colectividad es una buena respuesta para contraatacar a estos múltiples frentes con múltiples ternuras y múltiples realidades, con personas viviendo y coexistiendo desde sus distintas luchas. Al mismo tiempo, diré que es un poco ridículo tener que estar luchando sólo por el derecho a existir, siendo que, literalmente, las cosas que nos atraviesan en la mayoría de las ocasiones tienen relación con el ejercicio de ser y estar en la vida. Que se violente a alguien por existir es absurdo.

Me parece que es muy fuerte que haya violencias sistemáticas que
nacen por lo que una persona decide hacer con su cuerpo o por cómo expresa su amor o por el color de piel que tiene. Es ridículo llegar a esto, pero ya que estamos aquí no podemos abandonar esa consciencia ni dejar de tener empatía hacia las personas que queremos y forman parte de nuestras vidas. Sí, hay muchas peleas que no nos interesan y son, sobre todo, las que quieren restar derechos a las personas o son luchas de personas que siguen ejerciendo algún tipo o grado de violencia y buscan seguir ejerciéndola: ejemplos sobran, pero hablo de luchas racistas, terfas, misóginas o cualquier otra que atente contra el existir de otres. Tener espacios como el ballroom es muy, muy importante cuando el mundo te quita cualquier acceso a condiciones de vida dignas, a trabajos o acciones como caminar sin la preocupación de que te agredan en la calle. Y tampoco es que quienes gozan de ese u otro privilegio no estén conscientes de la situación, de la realidad de que hay personas que están en peligro constante de recibir violencia.

Sólo creo que el ballroom es un espacio para celebrarnos y abrazar nuestras identidades y, en lo personal, no me encanta que en estas celebraciones de pronto armemos competencias para ver  quién tiene el rostro más bonito o quién baila mejor, pero es que el mundo nos ha dicho que nuestro rostro no es bonito o nuestro cuerpo o nuestro movimiento no es válido. En fin. En el ballroom se trata de decir: “voy a hacer esto o aquello, independientemente de lo que piensen” y eso es fascinante. Sirve para juntarse a transicionar en colectivo a todas, todes y nos permite ver un proceso de migración corporal que transforma cuerpas que participan en el vogue fem, en el runway, en el sex siren. Sobre todo este último tipo de dinámica se me hace muy importante porque proviene de mujeres trans, negras, VIH positivas que laboraban como sexoservidoras en Estados Unidos: que un grupo tan estigmatizado por tantas cosas y tan violentados por tantas circunstancias encuentre una celebración de su erotismo, su placer, que diga que su cuerpo es válido y que lo celebre en el ballroom no tiene comparación. El ballroom es colectividad real: no faltan las personas que cuestionan a la comunidad LGBT+ y cómo se relaciona cada disidencia, pero en el ballroom está tu amiga lesbiana que amas, tu hermane que ha vivido un chingo de cosas, tu hermana trans que te invita el café. Creo que es muy importante crear estos espacios para más personas porque, allá afuera, hay muchísima violencia y estos espacios seguros, de expresión y comunión tienen que existir: necesitamos una red de apoyo para todes nosotres y por eso es importante apoyar la escena de la comunidad ballroom.

Jossafat – Yo invitaría a los lectores a acercarse más a la comunidad ballroom local y no sólo dejarse llevar por una idea que viene de la televisión gringa, de imágenes que no se acercan a la realidad mexicana. No lo digo por temas nacionalistas ni nada, sino más bien porque es un tema de geopolítica: acercarse sirve para resignificar nuestras cuerpas, para darles una nueva dignidad y un nuevo valor, para cuestionar lo que se nos dice e impone como lo correcto.

Muchos eventos resultan de la autogestión de las mismas Casas y saber y apoyar los balls también nos permite comer, transportarnos y demás a quienes los creamos y los tenemos como nuestra principal fuente de ingresos.

Kintsugi – Sí: el ballroom merece apoyo y lo necesita. Hay balls con 50 personas que no están recibiendo el apoyo ni siquiera de la propia Comunidad, entonces mi llamado es que vayan y apoyen a la escena local, que apoyen lo que está sucediendo: necesitamos respaldar a la escena emergente y a la ya establecida, en especial por la cantidad de vidas que han salvado con su existencia, incluida la mía.

Coletti – Es una escena que seguirá por muchísimo tiempo porque resistimos.

Kintsugi – Y nos apoyamos.