El tiempo corre aprisa, pero también es suficiente para detenerse, aprender, observar y construir nuestro presente.
Fotos Cortesia @elhuatequestudio
Andrés Velasco – Nos gusta empezar nuestras entrevistas preguntando: ¿Quién eres y a qué te dedicas?
Abraham Vallejo – Yo soy Abraham Vallejo, soy actor, gestor cultural y productor.
Andrés Velasco – Ahorita están estrenando la obra Las partículas de Dios. ¿Nos puedes contar un poquito más sobre este proyecto?
Abraham Vallejo – Claro que sí. Este es un proyecto de teatro completamente mexicano, que tiene el apoyo de los contribuyentes a través de un estímulo fiscal para realizar nuestra primera temporada. Es una obra muy divertida, pero, dentro de lo divertido, también maneja muchos temas que no lo son, como la unidad, la discriminación, el racismo o la trata de blancas. Escrita por Luis Luis Ayhllón y dirigida por Karla Cantú, y actuada por Renata Zaldivia, Carmen Ramos y Mahalat Sánchez, bueno: hicimos un gran equipo artístico, ¿no? Y somos como unas veinte personas en total que trabajamos para darle vida a esta historia y así tener esta puesta en escena cada temporada.

Andrés Velasco – Y sobre el texto de Luis, he visto que, incluso, fue ganador del Premio de Literatura Sor Juana en el 2014. En tu caso, ¿cómo te acercas a este texto y por qué decides volver a montar esta obra?
Abraham Vallejo – Yo, afortunadamente, puedo decir que no he visto ningún otro montaje de esta obra, donde todo comenzó cuando Renata Zaldivia y Karla Cantú estaban buscando concretar una nueva propuesta. Fue entonces que Karla, como colega mía de varios proyectos anteriores y amiga, me dice: “oye, ¿te quieres aventar? Podrías producirla solamente, incluso” y eso me lo dijo porque, pues, normalmente, yo sólo produzco para no subirme como actor, pero en este caso hubo algo del texto que me llamó. Lo leí y me pareció muy irónico, además de que encontré todas las cualidades necesarias para verlo como una propuesta interesante.
Durante esos inicios, recuerdo que estaba en California, no en México, y lo comento porque, de repente, encuentras textos que tienen cierta conexión con tu vida y esta obra habla de tres mujeres que se van a vivir a un lugar fronterizo para progresar a expensas de un tercero, en este caso, un gringo. Entonces, como te comento, yo vivía toda esta relación México-Estados Unidos en carne propia y me pareció muy, muy curioso poder encontrar inspiración en esta casualidad. Fue muy interesante el reto de hacer la gestión de un proyecto cultural sin estar presencialmente en México: hizo falta toda una labor titánica para levantar el proyecto y después echarlo a andar, pero nada de eso habría sido posible sin el equipo que se conformó.

Andrés Velasco – En relación con el equipo, quisiera saber: dado que la directora del proyecto es una mujer y también el elenco está colmado de actrices, la obra tiene una carga con mucho peso hacia lo femenino. En tu opinión, ¿qué paralelos encuentras entre el papel de la mujer en el teatro de nuestro país y esta obra?
Abraham Vallejo – Yo creo que la mujer tiene un papel muy importante no solo ahora, sino en cómo se ha estado haciendo teatro desde siempre. Este texto y esta puesta en escena particular, tienen esta característica que mencionas: poner al centro lo femenino, pero también busca mostrar un cierto balance con la voz del narrador y ciertos personajes a cargo de Fidel Monroy. Entonces, es interesante lo que comentas porque, justo, se exploran los papeles y expectativas de tres mujeres atravesando situaciones complejas. Te diría que, como creador o actor o cualquier clase de creativo, siempre será preferible el buscar un balance entre esencias y perspectivas posibles, ¿no? En esta obra, por eso mismo, se abre un abanico de temas y críticas tan amplios como el que terminamos abordando.
Andrés Velasco – En nuestro país se batalla mucho por jalar a las audiencias a los teatros. ¿Tú qué invitación le harías a la gente para que vayan más al teatro? No solo a ver esta obra, sino en general.
Abraham Vallejo – Yo creo que también la situación social del país post pandemia, con una moneda de valor disminuido y sumida en una realidad económica durísima, bueno: basta con decir que las interacciones no se vuelven más fáciles. La mayoría de las personas centra sus esfuerzos en buscar la salud y en satisfacer sus necesidades básicas y ya. Estamos reducidos a eso debido a las exigencias del sistema. Entonces, la gente difícilmente poseerá el espacio mental para decir que irá al teatro, porque, pues, claro, hay que resolver lo otro. Tuve otra entrevista donde hablé de cómo, en algún momento, ir al teatro era una tradición y, aunque seguía siendo caro, se podía hacer con mayor facilidad. Yo creo que invitaría a la gente a acercarse, tanto a nosotros como a las localidades, para decir: “no tengo los medios para costear un boleto. Ayúdenme”. Sobre todo porque, en casi cualquier producción, tenemos maneras de facilitarle el acceso a un cierto número de personas.

Andrés Velasco – Nunca se me habría ocurrido la posibilidad de escribir para obtener facilidades de entrada a una obra. Creo que todo eso únicamente lo vemos desde lejos y no pensamos que pueda estar a nuestro alcance.
Abraham Vallejo – Tal cual: se pierde esa sensación de comunidad o esa posibilidad de comunicación porque no se nos inculca. Nunca nos dicen que, por ejemplo, podríamos escribirle a alguien de la producción algo como: “oye, me gustaría ver tu obra, pero estoy un poco corto de lana. ¿Qué propones? ¿Puedes ayudarme?” Y ya: armas un paquete, le das una cortesía a la persona, le pides ir en grupo para ganarse un descuento o no sé. De esta forma, las personas acceden a la experiencia de ver una puesta en escena y yo gano la oportunidad para conectar uno a uno con el público. El teatro está hecho para ser visto.
Andrés Velasco – Para terminar la entrevista, si pudieras hablar contigo cuando aún eras un niño, ¿qué te dirías?
Abraham Vallejo – Yo le diría… no quiero verme melodramático, pero sé que le daría una sonrisa y le diría la verdad: que el tiempo corre aprisa, pero también es suficiente para detenerse, aprender, observar y construir nuestro presente. Le diría que no pierda su inocencia ni su pasión por lo desconocido: que no dude de los caminos que él elija, porque le llevarán hasta la meta. Algo así le comentaría.