Hay personajes e historias que conectan especialmente con la audiencia y tienen el potencial de marcar tu carrera.
Foto: iEve González | Styling: Moi Calderón | Maquillaje: Yesenia del Ángel | Cabello: Ari HC | Locación: Le Pain Quotidien San Ángel | Looks: Roberto Verino x Emma Toledo | Joyería: Isela Robles Jewellery | Producción: Roger SH
Roger SH – Nos gusta comenzar nuestras entrevistas preguntando: ¿quién eres y a qué te dedicas?
Oka Giner – Me llamo Oka Giner y siempre me parece algo rarísimo el ejercicio de describirse a uno mismo, pero, en gran parte, soy actriz, pero también soy esposa, hija, y una mujer muy guerrera, muy luchona y muy soñadora.

RSH – En tus inicios, sé que comenzaste estudiando comunicación y que, de alguna manera, esto te acercó al medio de la televisión desde un lugar y, al tiempo, decides dejarlo para estudiar actuación. ¿Cómo fue ese proceso de cambio entre carreras? ¿Qué aprendizajes te dejó?
OG – Fue un proceso en el que, si lo hubiera pensado mucho tiempo más, a lo mejor ni siquiera me hubiera arriesgado a intentar nada. Yo, desde que soy chiquita, recuerdo que mi mamá compraba revistas donde salían todas las actrices de las telenovelas y yo, al leerlas, siempre descubría que todas tenían algo en común y es que habían estudiado en el CEA de Televisa. Desde ahí, me llamó la atención el saber de qué era esa escuela y cómo se entraba, por lo que empecé a seguirla en redes sociales. Cuando entré a la universidad y tomaba mis clases de tronco común, durante los primeros seis meses de la carrera de Comunicación, yo solo tenía claro que me visualizaba en los medios: ya fuera en una cabina de radio o en un programa matutino o qué sé yo, el caso es que nunca dejé de soñar con eso, pero también es cierto que nunca lo hice tan en grande como lo que terminó pasando.
Un buen día me apareció la convocatoria del CEA y vi que había que mandar fotos, videos, y yo dije: “¿por qué no? ¿Qué tengo que perder?” Y lo mandé. Para mi sorpresa, me seleccionaron y no hubo nada más que pensar: dejé todo y, con el apoyo económico y moral de mi familia, me fui a aprovechar la oportunidad. La verdad, ya en perspectiva, es que yo nunca había salido siquiera de mi estado; entonces por eso te digo que, si lo hubiera meditado, a lo mejor ni loca me hubiera arriesgado, ¿no? Sobre todo porque la decisión significó llegar a una ciudad inmensa sin saber qué es lo que te espera ni qué es lo que te va a pasar. Significaba irme sin ninguna certeza de si las cosas saldrían bien o no. En ese momento tenía 18 años y recuerdo algunas cosas que, con la madurez que ahora considero tener, ni de loca hubiera hecho. Aun así, agradezco mucho que todo ese movimiento me llegara en una edad donde yo no le tenía miedo a absolutamente nada.
RSH – En tu opinión, ¿cuáles son los retos actuales de la televisión mexicana? ¿Hay algo que crees que se pueda mejorar?
OG – Híjole, hay muchísimas cosas que se podrían cambiar, pero también creo que vamos por buen camino. Yo rescato mucho, por ejemplo, todas las historias que contamos hoy en día: antes veíamos tramas protagonizadas por una persona pobre en eterna espera de que llegara alguien rico para sacarla de su entorno y así darle movilidad social y cumplirle el sueño aspiracionista. Pero hoy, por fortuna, las historias ya no se cuentan así. En el último papel que tuve, yo interpreté a una chica humilde que no esperaba con ojitos de amor a nadie para que la sacara de ahí, y aunque su mamá le insistía y le decía cosas como “tú, con tu belleza, podrías tener lo que quisieras”, mi personaje tenía claro que ella se podía bajar la luna y las estrellas solita. Al final, me parece que también manda un mensaje bien interesante, porque el personaje, que además era de los protagonistas, se queda sola, pero se queda bien.
RSH – Dentro de la actuación siempre hay desafíos únicos. Para ti, ¿cuáles han sido los más grandes y cómo los has superado?
OG – Creo que cada personaje nuevo siempre representa un reto, pero trabajar en televisión, con especial hincapié en las telenovelas, no imaginas: puedes tardarte entre 6 y 7 meses grabando 35 escenas en un mismo día. Es todo lo contrario a lo que vives en el cine o las series, y si a eso le sumas que siempre hay algo pasando con nosotras, sobre todo cuando estás en un rol principal, que no sales de una cuando ya estás metida en otra. Esa velocidad, la verdad, te diría que es mi mayor reto: el no comprarme la historia de mi personaje, vaya, y saber cómo desprenderme de él cuando la grabación para. Sobre todo porque sí o sí llega un momento donde mi cabeza deja de separar las cosas y termino por sentirme deprimida, aunque esté viviendo unos momentos increíbles en mi vida personal, como estar a punto de casarme o vivir mi primer protagónico. Entonces, en cuanto a retos, el mayor sería ese: saber cuándo dejar al personaje en el set y a Oka en su casa.

RSH – ¿Tienes algún referente en particular dentro de la actuación? ¿En qué otras personas dentro de la industria te inspiras para seguir adelante?
OG – Fíjate que alguien que me motivó mucho a ser actriz es Belinda, porque yo veía mucho las telenovelas de Televisa Niños y ella era la protagonista de aquellas historias. Ella fue quien me inspiró a soñar por primera vez. Ya si hablamos de otros más recientes, bueno, admiro a grandes personalidades como la señora María Sorté, Adriana Barraza y Karina Gidi. De mujeres mexicanas, te puedo mencionar millones, pero estas tres se me vienen a la mente.
RSH – Cuando ya estás dentro de un proyecto, ¿cómo construyes tu comunicación con el público o cómo te preparas para transmitir todo lo que tu personaje siente?
OG – Fíjate que se da solito. El público, en cuanto se engancha con la historia, empieza a darte su retroalimentación de lo que opina, lo enganchado que está y, actualmente, te hace saber a través de las redes sociales casi que su minuto a minuto. Me gusta mantenerme al tanto una vez que el proyecto sale al aire y empiezan a llegar las opiniones: me encanta ver que nos hagan memes y nos mencionen. Al final del día, es bien bonito saber que algo se mueve allá afuera y si los haces enojar, los haces llorar, los haces ser felices o si algo moviste en ellos, te lo van a hacer saber. Me gusta estar al pendiente de lo que pasa con los personajes en la opinión pública y es muy padre recibir mensajes que hablen de eso. Hay personajes e historias que conectan especialmente con la audiencia y tienen el potencial de marcar tu carrera.

RSH – En tu último proyecto, *Las hijas de la señora García*, ¿qué aprendizajes te dejó el personaje que hiciste?
OG – Yo te puedo decir que es un parteaguas bien significativo porque, además de todo lo que le dejó al público, fue un gran éxito. Se nos dijo, incluso, que habían pasado ya algunos años desde que una telenovela no lograba estos números de audiencia y este nivel de viralidad. Nos sorprendió mucho saber que llegamos a una generación que ya estaba desconectada de las telenovelas o que ya no había crecido con ellas, como me pasó a mí, que crecí en los noventa. Eso me lo llevo como una chapita en el corazón, la verdad, porque gracias a este proyecto y a todos mis compañeros podemos decir que la telenovela mexicana está más viva que nunca.
Llegamos a conectar otra vez con la audiencia a través de un formato que estaba perdiendo su presencia y eso está muy padre. A mí se me viene siempre a la mente esta idea de conexión donde la gente está, de nuevo, alrededor de la misma mesa y nos ve durante la cena o algo como eso. Está padrísimo y me tocó de verdad, porque hasta se me escurrían las lágrimas al ver la cantidad de tiktoks e historias en Instagram que me llegaban de familias enteras, reunidas, o de personas que hacían un pastel con la cara de nosotras tres o preparaban un chicharrón en salsa verde en honor a la tía Ofe. Llegué a ver, incluso, encuestas pegadas en paredes y subidas a redes para la quiniela de con quién se queda Valeria, y todo esto me conmovió demasiado y fue algo que yo agradecí mucho.
RSH – Y de tu personaje, Valeria, ¿qué similitudes dirías que tiene con Oka? ¿En qué se parecen?
OG – Uy, son muchísimas cosas: Oka también es muy testaruda y no sabe estar quieta, por ejemplo, pero también te diría que se parece a Valeria en tanto que es una mujer que, como te dije, no espera que llegue alguien a salvarla. Oka, diría yo, no vive esperanzada con la idea de que alguien se aparezca de pronto para resolverle todo, aunque claro que se han presentado situaciones en la vida donde aparecieron angelitos que la impulsaron a seguir luchando. Oka y Valeria, además, te diría que comparten mucho con Megara, de *Hércules*, en tanto que han sufrido mucho por amor y han sacrificado mucho, pero también en que son bastante guerreras y tiradas para delante.

RSH – ¿Tú crees que los personajes te eligen o tú los eliges?
OG – Yo sí creo que los personajes te eligen. A veces, como actores, no tenemos tanta opción como uno supondría: no nos llueven ofertas y, más bien, no es raro que no tengamos tantas. Me parece que a lo largo del proyecto vas a ir descubriendo por qué tenía que llegar un determinado personaje a tu vida: si tenías algo que aprender o, como me pasó a mí con Valeria, si parece que te eligen como para emular partes de tu propia vida, siendo que, con un poco de mucha diferencia, mi mamá es bastante Ofelia.
RSH – Para cerrar esta entrevista, si tuvieras la oportunidad, ¿qué le dirías a la Oka de niña?
OG – El otro día hice ese ejercicio en mi terapia: se me pidió que cerrara los ojos e imaginara a Oka niña y yo la vi en su sala, bailando canciones de Belinda y de todas esas que salían en sus novelas infantiles. Pude ver a una Oka sin miedo a hacer el ridículo y, de hecho, recuerdo muy, muy claramente que le dije a mi psicóloga: “No me le voy a acercar a decirle nada. No quiero asustarla”. Y no es que yo fuera a parecerle atemorizante o algo como eso, pero no le daría ningún consejo porque ya sé que hará todo muy bien, aprenderá de sus errores, se caerá y saldrá adelante. Si tuviera la oportunidad, solo me quedaría contemplándola y admirándola y le aplaudiría por lo bien que sé que hará las cosas.