Yo podría hacer cine toda mi vida. Somos humanos y habremos de fallar y equivocarnos, pero, por sobre todas las cosas, habremos de aprender.
Foto: iEve González | Styling: Neithan Herbert | Make up: Lucia Gómez | Cabello: Andrew García | Asistente de foto: Ricardo Anima López | Producción: Roger SH
Con tres premios Ariel, reconocimientos internacionales en Cannes y Morelia, y una nominación a los premios Goya, Adriana Paz se ha convertido en una de las actrices mexicanas más destacadas de su generación. Su trayectoria, que abarca desde el cine independiente hasta producciones internacionales, es un testimonio de talento, perseverancia y compromiso con personajes que trascienden estereotipos.
En esta entrevista, Adriana reflexiona sobre los retos de construir una carrera en una industria que aún privilegia ciertas narrativas y sobre cómo ha encontrado en cada proyecto una oportunidad para romper barreras. Con sinceridad y autocrítica, comparte aprendizajes de su experiencia en producciones como Emilia Pérez, demostrando que el arte, al igual que la vida, está lleno de matices, errores y oportunidades para crecer.
Mago Reyes – ¿Cuál es tu nombre y a qué te dedicas?
Adriana Paz – Soy Adriana Paz y soy actriz.
MR – ¿Cuáles han sido los retos que has enfrentado como actriz en esta industria que, de pronto, tiende a privilegiar cierto tipo de cuerpo, cierto tipo de rostro, que tienen como ciertas expectativas de las propias actrices?
AP – Es una carrera, de verdad, muy bonita y me siento muy privilegiada de poder ejercerla, pero, por otro lado, también es una carrera que tiene su lado hostil. Cuando empiezas y sales de la escuela hay muchas cosas que no sabes bien cómo funcionan e, incluso, una vez que empiezas a ir a las castineras a que te conozcan, es un poco difícil encontrar respuestas humanas que se queden contigo a lo largo de tu carrera y tu proceso profesional. Aun así, es muy importante tener claras las respuestas que tú misma les darías a las preguntas de: ¿Quién eres? ¿Qué tipo de actriz quieres ser? ¿Eso tiene que ver con los proyectos que quieres, con las oportunidades que se te van dando? Y sí, efectivamente, como decías en tu pregunta, sobre todo al principio de mi carrera, me topé con estereotipos como los vemos en la televisión: estereotipos sobre los cuerpos, sobre la piel, sobre quién representa qué, qué representan esos cuerpos y esas pieles. Pero creo que también he tenido la oportunidad de ir rompiendo en algunos proyectos esos estereotipos y de ir explorando personajes bien diferentes entre sí.
Mi carrera es en el teatro. Estudié literatura dramática y teatro en la UNAM y, después, empecé a hacer cine: mi primera película grande fue Rudo y cursi, pero antes de ella hice películas más independientes. Mi carrera, bueno, básicamente arrancó en el cine independiente, con directores de escuelas de cine como el CUEC o el CCC, y también con los muchos cortometrajes que hice en ese inicio. No haría televisión sino hasta después, luego de haber tomado otras oportunidades en pantalla como una película que hice en España y fue mi primer proyecto fuera del país, además de que me abrió a otro público y a otra industria. Gracias a esa oportunidad, de hecho, también obtuve papeles en Vis a vis, Perdida y, después, regresé a mi país para algunos otros. Ahí me di cuenta de que, gracias a esa carrera que había desarrollado dentro y fuera del país y que estaba “acreditada”, por así decirlo, gracias a los premios que había recibido, pues, de pronto ya tenía una, no sé, cierta veracidad o credibilidad o fuerza. A mi parecer, por eso entré a otros proyectos televisivos, como La rebelión, en el que seguí trabajando por romper los estereotipos de mis papeles. Gracias a los equipos de Perdida o La rebelión, que incluían a personas que amo, como Daniela Vega, Ana Serradilla o Aracely Arámbula, he podido crear personajes que, al principio de mi carrera, no me hubieran dado. Pese a lo valioso de muchas de estas oportunidades, también he dicho que no a muchas otras, justo, para no repetirme: si de pronto sentía que algún personaje estaba llevándome a un lugar por el que ya había pasado y mis circunstancias lo permitían, yo prefería dejárselo a alguien más. Aunque, también, hay que admitir que no siempre se puede hacer eso y que es nuestro trabajo, por lo que también habrá ocasiones donde diremos que sí, porque, pues, necesitamos generar ingresos y pagar las cuentas. A veces, la verdad, lo he hecho sin tener los recursos ahorrados o ningún colchón, sino solo aventándome con la ayuda de mi familia, de mi manager y de la gente que está a mi lado, quienes, directamente, me han prestado dinero como para decir: “bueno, relájate tantito, a lo mejor no tienes que agarrar ese proyecto” y también así es como he podido tomar otro rumbo.
Ha sido una carrera de paciencia, de mucho tiempo y tengo que decir que el papel de Raúl Simancas, el manager con el que llevo 15 años, ha sido importante porque me ayudó a entender cómo los proyectos que vas eligiendo y rechazando te ayudan a definir tu camino. También me ha ayudado a que mis condiciones de trabajo sean mejores y a apuntar hacia otros lugares, proponiéndome en mesas donde, a lo mejor, ni siquiera me habían considerado. Gracias a eso hay equipos que han dicho: “ah, mira, vamos a llevarla” y eso es gracias a que alguien habla de tu trabajo en tu nombre, porque no es fácil decirle a la gente lo buena que eres o lo bien que haces tu chamba. Y cuando hay alguien que te acompaña y te respalda, es más probable que accedas a estos productores o proyectos de los que, si la cosa fuera diferente, uno ni siquiera se enteraría. Ha sido un trabajo en equipo, de mucho tiempo, en el que a veces hemos estado de acuerdo, a veces no, en el que hemos debatido sobre algunas cosas, pero donde hemos ido construyendo mucho y esa suma me ha llevado hasta donde estoy. Espero poder seguir haciendo esto mucho tiempo aquí en mi país y fuera de él y poder tener la oportunidad de explorar personajes que todavía no he podido explorar e historias que también que no he podido contar.

MR – Siento que a veces, desde afuera, se pueden romantizar los procesos que hay detrás al seleccionar papeles. De entrada, no es lo mismo la propuesta que el resultado final que llega a la pantalla y eso es parte de todo proyecto cinematográfico. Y hablando de estos procesos de pre, post y la diferencia con la etapa de producción, ¿cómo fue el proceso para llegar a Emilia Pérez?
AP – Comenzó con un proceso de casting como el de cualquier otro proyecto. Me mandaron un casting, lo mandé y me pidieron otro. Ya después, tuve un encuentro con Jacques en París, habiendo leído el guion de antemano. Es verdad que mucho cambia de las cosas que tú lees a lo que sucede durante el proceso que sigues en el set con el director, tus compañeros o los ensayos, si es que también tienes oportunidad de hacerlos. Vas descubriendo cosas del proyecto y, luego, la historia que se cuenta ya en la pantalla también pasa por las manos de la editora o el editor, quienes le darán un tratamiento que, quizá, tú como actor ni siquiera habías visualizado. Si bien es cierto que nosotros también tenemos un papel activo más allá de la interpretación y que puedes opinar, proponer y decir o ver las cosas de otra manera, al final estamos todos al servicio del discurso y de la visión del director. Uno puede aportar lo más que pueda desde su concepción del mundo y de la vida, pero también uno tiene que estar ahí para esa otra visión de quien dirige o del personaje y la vida que te tocó dentro de la historia y debes dar el 100 % siempre.
MR – ¿Qué has descubierto en este proceso con el director, con tus compañeras y tu personaje? Al día de hoy, ¿qué ha traído a tu vida el personaje Epifania en Emilia Pérez?
AP – Ha sido una experiencia muy enriquecedora en lo profesional: desde la naturaleza misma del proyecto, al tratarse de un musical, el haber rodado en Francia, el trabajar con actrices que vienen de distintos lugares, trabajan de distinta manera, el compartir créditos con Jacques y un equipo tan diverso. Fue lindo, además, participar en una producción cinematográfica francesa, que es una escuela a la cual admiro y, a nivel exposición, fue una oportunidad muy importante.
Hablando del proceso, en esta película quedó particularmente claro que no termina cuando el rodaje concluye, sino que el público también participa y eso es algo que no podemos controlar. Emilia Pérez ha generado mucho debate e infinidad de opiniones diferentes: cada cabeza es un mundo y cada persona recibe y analiza las cosas desde donde se encuentra. Gracias a eso, a mí me han comentado cosas que yo no había visto y con las cuales podré estar de acuerdo o no, pero todas guardan su valor en tanto que habrá gente que también las vea o sienta y eso es lo rico del cine y las manifestaciones artísticas: no paran de generar respuestas. Y eso funciona en ambos sentidos: tanto en beneficio como en detrimento de los proyectos, porque, a lo mejor, en diez años verán a la película desde un lugar totalmente distinto, como también puede que no. En lo personal, siempre me comprometo con mis proyectos y los hago con el máximo respeto, pero el arte es colectivo y solo me queda aprender de la percepción ajena.

MP – Con esta experiencia que has tenido, siendo una actriz aún más reconocida, ¿qué cosas en tu carrera, en tu día a día, en tu forma de tratar y ser tratada, crees que siguen iguales y cuáles han cambiado?
AP – No, bueno, Emilia Pérez ha sido un fenómeno: hablando del recibimiento de la gente, he recibido muchos comentarios favorables sobre mi participación, pero también ha habido opiniones que no anticipaba después de la premier. He encontrado un odio y una violencia en la opinión de ciertas personas que, más allá de buscar el debate o el intercambio, optan por quererme humillar y dicen cosas como “no te conocen más que tus papás”. Y, efectivamente, mis papás me conocen y me quieren mucho, pero el que una persona no me conozca no quiere decir que yo no existiera y viceversa: Emilia Pérez no me define ni en lo personal ni en lo profesional, pero tampoco lo hacen las críticas. Mucha gente se ha enganchado y puedo entender, honestamente, de dónde vienen muchos de esos arranques, y cuando uno se pone ahí como artista, bueno, está expuesto a vivir cosas así. Sin embargo, la gente, en verdad, ha mostrado una tendencia a atacar y destruir desgarrando hasta los huesos y te dicen: “voy a destruirte”, “eres una mierda”, “eres una vergüenza” y no sé qué, pero yo el odio no lo quiero ni lo necesito. Emilia Pérez, como cualquier película, se estrenará, generará discusiones y una reputación y tanto mi vida personal como profesional seguirán su curso. Yo estoy haciendo mi trabajo, que también consiste en promocionar la película, entonces no: no me he puesto de pechito, no me he ninguneado ni me he puesto de tapete para nadie. Solamente hago lo mismo que he hecho con todos mis proyectos desde que empecé y no me hace falta que nadie me ninguneé, me pobreteé ni me insulte. David Lynch decía: “el arte no cambia nada. El arte te cambia a ti” o no, pero eso también es una decisión.


MR – Claro, hasta donde sé, no has parado de grabar.
AP – Sí, esa es otra cosa: de pronto me desaparecí de la promoción, pero lo hice porque, para mí, lo más importante siempre ha sido el rodaje en sí y, de octubre a diciembre, por ejemplo, me fui a hacer La cazadora en Ciudad Juárez y, después de eso, estrenaré Arillo de hombre muerto ahí por marzo. Emilia Pérez ha sido una vorágine que yo no había vivido y que no había experimentado: como te digo, he hecho mi mejor esfuerzo para disfrutarla y aprender, pero cuando tenga tiempo de parar o durante la marcha, sí o sí haré mis reflexiones al respecto de lo que pude haber hecho mejor, lo que sí hice bien y qué me gustaría hacer en el futuro y qué no. Si me preguntas en dónde y cómo me encuentro, creo que estoy bien y me encuentro en un lugar donde me siento fuerte. Seguramente, todavía me queda muchísimo que aprender y habrá otras cosas que no haré bien y otras que sí, pero esa es la vida: hasta el momento en el que dejé de respirar, habrá espacio para reflexiones.


MR – Casi para terminar, ¿qué le dirías hoy a Adriana Paz de niña?
AP – No tengas prisa, Adriana. Las cosas pasan como tienen que pasar y necesitas disfrutar el momento. El día de hoy es todo lo que vives y, una vez que pasa, ya no puedes regresar. Eso es lo que le diría. También la abrazaría. La abrazaría y ya.

MR – ¿Algo con lo que quisieras cerrar?
AP – Me siento contenta con la persona que soy, la que sigo construyendo, y me siento afortunada de hacer lo que hago y estar rodeada de las personas con las que estoy rodeada. Hay mucho amor a mi alrededor y no solo viene de gente muy cercana a mí, sino también de gente que no esperaba.
Por último, solo me gustaría decir algo respecto a la premier: lo que yo compartí jamás tuvo por objetivo el victimizarme ni dar la impresión de que mi tragedia era peor que la de otros o que, de alguna manera, quería burlarme o sacar rédito de eso. Si bien yo no percibí muchas de las cosas que la gente ha señalado, escuchar y reflexionar me recordó que, al final, somos humanos y habremos de fallar y equivocarnos, pero, por sobre todas las cosas, habremos de aprender. De verdad, desde el fondo, lo lamento: nunca hice algo con la intención de herir a nadie, mucho menos a quienes sí viven en carne propia estas tragedias. Lo que menos busqué, en lo personal, fue invisibilizar o desprestigiar el trabajo que se ha hecho sobre estas situaciones: conozco muchos de los documentales, películas, sé de las marchas, del trabajo diario de los activistas y de las personas y sus familiares que no están hoy con nosotros.